Déjenlos ser

Opinión

La polémica que ha incendiado las redes sociales estos últimos días ha sido calificada por la presidenta regional de Madrid, Cristina Cifuentes, como “una chorrada”.  El único adjetivo con el que he estado de acuerdo ante su comparecencia de prensa, la cual califico con la misma palabra. La Prohibida es una de las drag queens que ha participado en una de las dieciséis carrozas de la cabalgata de Reyes en Vallecas. Cada una de ellas temáticas y con un fin: entretener al público y endulzar esta época tan entrañable. La carroza LGTBI, que no solo sale el Día del Orgullo, se ha sumado para contribuir y sensibilizar. Algo que a algunos no les ha hecho mucha gracia.

Se ha acusado al Ayuntamiento de Madrid de “frustrar el sueño de los niños” y “desnaturalizar” el acto. Se apela al rigor histórico, a lo tradicional y a lo religioso. Unas peticiones respetables y válidas. No obstante, la historia se reinterpreta. La sociedad ha integrado comportamientos y valores, menos mal, que se adaptan a las nuevas formas de vida, a los nuevos tipos de familia y todos estamos políticamente de acuerdo hasta que se introduce como algo real y tangible dentro del entorno.

«Rigor histórico y religioso. ¿Y la carroza de El Corte Inglés o Movistar?»


La disparatada gresca hace que haya que replantear varias cuestiones. Para aquellos que intentan proteger a sus hijos, ¿de verdad es tan complicado explicarle a un infante por qué una drag queen forma parte de una cabalgata de Reyes? Que una carroza donde se representa la pluralidad y se visibilizan los diferentes espectros de la sexualidad, teniendo en cuenta el número de casos de acoso escolar a los más jóvenes integrantes del colectivo LGTBI, y en especial el transexual, sea un inconveniente deja mucho que desear.

Rigor histórico y religioso. ¿Y la carroza de El Corte Inglés o Movistar? Si hay que ser intransigentes lo somos con todo, adiós a la doble moral. Al igual que la drag queen religiosa del Carnaval de Gran Canaria no pretendía burlarse de ninguna creencia o creyente, esta iniciativa no se ha implementado con la malicia de mancillar una función que, hace ya muchos años, dejó de tener un núcleo purista. No confundir una gala de Carnaval con una cabalgata, ya que los atuendos y la dinámica no son los mismos.

Una cabalgata de Reyes es un acontecimiento mágico donde debería oírse a los niños compartir carcajadas y caramelos. No a sus padres dando un discurso reivindicativo y politizado donde se les utilice a ellos como excusa para exponer sus argumentos. A los asistentes más pequeños de Vallecas, probablemente, les afecte muchísimo más la falta de recursos, los desahucios o la gran tasa de paro de su barrio, pero no es el caso. Igual que no lo es que Ómnium y la Asamblea Nacional Catalana, según Crónica Global, pidan recibir de amarillo a los Reyes Magos por los presos del ‘procés’ o que se incluya en un desfile la participación de drag queens.

¿Por qué? Porque la Navidad y la cabalgata son esencialmente para los niños y hay que permitirles serlo. Las guerras de adultos y los prejuicios a partir de hoy 7 de enero, por favor.

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