De César a Leandro , ‘De hombre a hombre’, en la Universidad de La Laguna

Cultura / Ocio

Insularia Teatro lleva desde el año 2014 sobre los escenarios. Con el objetivo de hacer reflexionar y, sobre todo, divulgar el amor al teatro, llega al Paraninfo de la Universidad de La Laguna con De hombre a hombre.  La cita tendrá lugar el viernes 22 de junio a las 20.30 horas. En una clase de literatura impartida por el profesor Juan Manuel, Andrés, un alumno, se interesa por su maestro. Comienza así un juego de dos: el estudiante reta a su educador y viceversa. Finalmente, las diversas conversaciones y encuentros consiguen acercarlos. En esta historia, César Yanes y Leandro González son los actores protagonistas, además de ser algunos de los creadores de la compañía.

¿Cómo surgió la idea de fundar una compañía? CY: “Teníamos la inquietud de hacer un montaje de un texto,  De hombre a hombre. Lo habíamos visto en Madrid, en Lavapiés, en un festival LGTB. Me pareció un texto cautivador y dije ‘esto hay que traerlo para Tenerife y montarlo’. Ahí fue donde se nos ocurrió la idea de probar entre los dos, que ya nos conocíamos personalmente. Para la dirección quisimos contar con Lioba Herrera».

¿Por qué les pareció un texto tan interesante? CY: «Nosotros decimos que De hombre a hombre es una obra de temática LGTB, pero no solo de eso. También juega con las relaciones de poder entre profesor y alumno, con la capacidad de aceptarse en lo sexual y lo personal y en lo que nos define como personas. Porque en este caso la historia es de un profesor que no asume su sexualidad y, de pronto, un muchacho de 16 años de su clase empieza a interrogarlo: en un juego dialéctico lo acaba enamorando. En ese sentido, no hay persona que no se sienta apegada a eso”.

¿Cuál era la respuesta del público en vuestras primeras funciones? CY: “Tenemos una muy buena conexión con el público, conecta enseguida con nuestro espectáculo. Yo creo que, sobre todo, reconocen un trabajo muy honesto, muy bien hecho. Guardamos bastante respeto por este oficio, lo hacemos todo con mucho cuidado. No es solo la representación o interpretar durante una hora y media, es cuidar el espacio, saber cuándo lo vas a hacer, llamar al público, atraerlo, realizar una oferta atrayente de proyectos que cuenten cosas que quieran ver. De hombre a hombre es una Lolita contemporánea, pero en temática gay”.

«Es interesante que nuestros espectáculos no dejen indiferente a nadie»


De hombre a hombre es vuestra primera producción, ¿recuerdan el día del estreno? LG: “La estrenamos el 14 de marzo de 2015 en la Sala Timanfaya. Nos acogieron muy cariñosamente, nos dieron el espacio para la preparación y los ensayos previos antes del estreno durante toda una semana. Trabajamos como en casa. Es un espacio al cual, aún hoy, le guardamos mucho cariño. La compañía, por así decirlo, nació ese día. Era la primera vez que nos visibilizábamos como Insularia Teatro”.

¿Hubo algo llamativo ese día? CY: “Hay una anécdota. En la función, dos señoras que se levantaron y se fueron porque consideraban que aquello estaba, (cito literal) ‘muy choteado’. Es muy interesante que nuestros espectáculos, cuanto menos, no dejen indiferentes al espectador. Genera emociones, tanto para enamorarse de la historia como para rechazarla”.

También ha generado emociones positivas. Tanto es así, que incluso ganaron el Premio Especial del Público en el Certamen Internacional de Teatro Noctivagos 2016. ¿Por qué creéis que la obra ha gustado tanto? LG: “Creo que el texto está montado de una forma en la que el público forma parte de esa clase, del aula donde César Yanes hace de profesor y donde yo hago de alumno. La gente que ha pasado ya por esa fase educativa nos cuenta que hace un pequeño viaje en el tiempo y recuerda aquellos momentos donde estudiaban. Los adolescentes que asisten a este espectáculo están metidísimos. Digamos que está un poco escrito para ellos. Incluso gente más pequeña, niños, que han asistido acompañados de los padres, han salido encantados. El jurado popular, el que nos otorgó el premio del público, está conformado por gente de todas las generaciones. Los pequeños elegían nuestro espectáculo porque era el único que querían volver a ver. Yo creo que ver una relación, ya no amorosa, sino cualquier relación o juego teatral entre un profesor y un alumno es algo que ellos viven, que forma parte de su realidad”.

¿Cómo fue la preparación de esta producción? LG: “Digamos que tuvo dos partes. Una en la que se realizó una lectura dramatizada presentada en el festival Máscara de Icod. Como funcionó muy bien y el público respondió fantásticamente, nos lanzamos a la piscina y decidimos trabajar con Lioba Herrera que es una gran actriz del panorama de las artes escénicas de Canarias. Casi todo el trabajo de puesta en escena, escenografía, vestuario y música e ilustración estuvo trabajado en el momento de la lectura dramatizada. Con Lioba lo que principalmente trabajamos fue el proceso de interpretación: entender el porqué, trabajar el subtexto, conocer bien la psicología de cada personaje en cada caso y sacar todos los puntos claves del texto”.

«Ir al teatro merece la pena»


A nivel personal, ¿cómo prepararon el papel? CY: “Uno siempre intenta conectarlo con lo que uno tiene de sí mismo para empezar a trabajar el personaje. Yo, afortunadamente, siempre  he aceptado mis condiciones personales y vitales y no he tenido verdaderos conflictos a la hora de asumir quién soy. En ese sentido, juego más a lo que nos soy que a lo que tengo de censurador de mi mismo. Pero, personalmente, es un trabajo precioso el que me supone representar a Juan Manuel”.

Lo mismo ocurrirá en el caso de Leandro…  CY: “Me parece un lujo. Para mí es como abanderar durante una hora y media cientos de voces de jóvenes que están pasando por procesos de bullying en el instituto o conflictos internos incluso por estar en un momento en el que desean poder decirle al mundo lo que sienten o que aman de una manera diferente. Para mí Andrés significa la unión de todas esas voces. Una voz que es súper necesaria hoy en día, en un mundo el que aún hay muchísimos lugares en los que no se acepta la homosexualidad o cualquier orientación sexual y se castiga la forma de amar. Para mí es un orgullo, con doble sentido lo de orgullo, ja ja ja”.

¿Cuál es el mensaje final que pretenden dar al público? CY: “Muchos. El primero, que ir al teatro merece la pena, que es una experiencia increíble. Se están haciendo obras contemporáneas muy especiales que trabajan la realidad de las cosas. Hablan sobre la libertad de las personas, sobre el derecho a ser. Sobre todo, están hechas para emocionar, que es para lo que trabajamos. Al final, somos profesionales de las emociones. Buscamos que el público esa noche salga atravesado por el corazón, que algo les toque, por poco que sea”.

Leandro González y César Yanes. Foto: Sara Toj

Los dos se dedican también a la música, ¿cantáis en alguna ocasión? LG: “ En De hombre a hombre mi personaje canta un poco. Aún así, aunque no se cante tanto la parte musical y las canciones con texto que tienen algo que contar textualmente, tienen un protagonismo especial en la representación ya que ilustran los cambios de escena y sitúan al espectador en la historia entre Juan Manuel, el profesor, y Andrés, el alumno”. CY: “Para la compañía, la música un aporte muy importante y entendemos que forma parte también del encanto de la escena. En ese sentido la armonía, la expresión corporal, las imágenes, todo lo que pueda acompañar y sea necesario en el montaje lo utilizamos”.

¿Por qué eligieron el teatro como profesión? LG:” No me veo haciendo otra cosa. Me moriría si no realizara este oficio. Creo que la gran satisfacción que tiene encarnar otros personajes, el feedback que el público te da y la conexión que se crea con el compañero que esté en escena contigo es tan bonito y mágico que es imposible experimentarlo en otras labores de la vida. Esa razón es una de las principales junto con la de generar reflexión, crear en la escena… Cualquier manifestación ya sea música, interpretación, danza, puede hacernos pensar para cambiar el mundo en el cual vivimos y convertirlo en mejor”.

Lo cual no quita para que sea difícil, ¿no? CY: “Exacto. A mí me parece que es uno de los ejercicios más complejos intelectualmente que hay. Tienes que tener la capacidad necesaria de concentración, de empatía, de imaginación, de constancia, de seguridad, de desarrollo, del espacio, de dominio del espacio, de modulación de la voz, del cuerpo. Me parece un ejercicio muy completo. En lo personal, también es una satisfacción”.

Lleváis muchos años trabajando juntos. En primer lugar, Leandro, ¿cómo es trabajar con César Yanes? LG: “Él es un actor muy generoso en la escena, da mucho. Creo que eso ayuda a la persona que está en frente, a verse reflejado. También es una forma de retar. Él es muy bueno haciendo lo que hace y también es una forma de retarse para estar a la altura de eso que me está lanzando o tirando desde la representación. Al fin y al cabo es un juego como el tenis: él tiene una pelota, me la lanza y yo se la tengo que devolver con la misma fuerza y emoción con la que me la lanzó. Cuando eso no se consigue, creo que el espectador lo nota y entonces ves situaciones donde no hay feeling entre el elenco o los actores no se están escuchando y sueltan el texto por soltarlo. A parte de eso, César para mí es un maestro, no solo en el papel de Juan Manuel. Aprendo mucho viéndolo y eso me enriquece mucho.

De la misma forma, ¿cómo definirías a Leandro como compañero, César? CY: “En mi caso, añadiendo a todo lo que ya ha dicho él, me gusta el hecho que no lleva demasiado tiempo en esto  y tiene mucha ilusión. Eso le da una ternura a todo lo que hace, unas ganas de hacerlo, un descubrir, un ir siempre investigando… También es interesante verlo hasta cuando está en escena dudando, porque ves que está aprendiendo. Yo creo que es la mayor satisfacción. Somos una compañía que está aprendiendo siempre. A parte, es muy responsable en su trabajo, muy entregado. Creo que es el que nos pone los pies sobre la tierra siempre. A mí me toca imaginar, soñar, y él dice ‘baja, el dinero que hay es este, el montaje es este, la hora es esta’. Creo que esa complementación es importante”.

Una obra que rompe con los clichés


¿Qué se encontrarán los espectadores que acudan al Paraninfo el próximo 22 de junio? LG: “Es un texto muy actual, muy atractivo, dinámico. La puesta en escena es muy bella, sencilla, pero bella. Realmente se nos ve trabajar, que eso es muy rico de ver. Creo que sin lugar a dudas van a salir del recinto con ganas de ver más teatro y con la sensación de que algo les ha tocado de una forma u otra.  Somos una compañía canaria que ha estado por ahí, por el mundo moviéndonos y se trata de una de las últimas representaciones de De hombre a hombre y nos encantaría ponerle un broche final como se lo merece». CY: «Por añadir un par de cosas más, creo que deben venir a verla porque rompe con los clichés de cómo se trata a los personajes LGTB que, por lo general, son para ridiculizarlos o para utilizar tópicos que al final no llevan a ningún lado y que, en cualquier caso, esta obra muestra una verdad más allá de que sea una relación entre hombre y hombre, es una relación humana y es muy atrayente porque está llena de mucho humor, aunque tiene también sus partes dramáticas». 

Dos de sus producciones, De hombre a hombre (2015) y la reciente Federico y Salvador están estrechamente relacionadas con la comunidad LGTB. ¿Creen que la sociedad aún no es tolerante con este tema? LG:»En su totalidad, yo creo que las carteleras teatrales necesitan reflejar la realidad, y esta es muy amplia. Siempre nos muestran unas historias heteronormativas, chico conoce a chica y esas cosas que ya sabemos. Desde Insularia nos preocupan especialmente y vemos la necesidad de llevar a las carteleras, a los escenarios y al público, propuestas escénicas que hablen a los oprimidos.

¿Qué clase de oprimidos? LG: En De hombre a hombre queremos hablar a los adolescentes y al colectivo LGTB, en general». CY: «A nosotros nos inquieta sobre todo, hacer del arte un instrumento de emancipación, de concienciación, de libertad. Ahora que se persiguen hasta a los titiriteros o raperos, nosotros estamos en el camino de defender que el teatro se convierta en una trinchera de ideas, ya que no lo hace ni siquiera le periodismo, con todo el respeto. La televisión tampoco, el cine ha pasado a ser poco menos que una propaganda yankee… Pues que las tablas queden, por lo menos, como esa zanja donde reflexionar sobre temas esenciales, humanos… de dónde somos, a dónde vamos, las preguntas de siempre, las eternas preguntas».

Lo último sobre Cultura / Ocio

Ir a Top