Sábado, 20 de abril, 20.15 horas. Desde las escaleras del Edificio Central de la Universidad de La Laguna (ULL) ya se iba acumulando la audiencia. Una cola larga, pero rápida, guió al público al interior del Paraninfo. Mientras la gente se acomodaba en sus asientos, se observaba un piano y una guitarra española en el escenario. ¿A qué se debían esos instrumentos en un show de comedia? Pronto David Puerto desveló el porqué.
Las luces que ambientaron el teatro se apagaron y, entre música y focos parpadeantes, corrió al escenario el humorista. Pizpireto había comenzado. La gente vitoreó y aplaudió sin cesar. Las azafatas del evento repartieron micrófonos entre el público. La interacción con quienes estuvieron allí presentes marcó el espectáculo de principio a fin. Pues los chiste iban surgiendo gracias a eso.
Entre el público estaba Javi, un instalador de aires acondicionados que se mantuvo activo a lo largo de la función. Se convirtió en la mano derecha de David Puerto. Se sumó a la mayoría de bromas del comediante. Incluso, él y David Puerto se retaron en una batalla de beatbox. Javi salió ganador.
«Que susto me llevé con el chorizo de perro»
Esta fue la segunda ocasión que David Puerto actuó en Tenerife, pero aún no la conocía bien. Visitó por primera vez el Teide. «Esto es muy bonito. Está muy bien hecho todo», relató. Asimismo, visitó un guachinche. Lo contó sorprendido por la gastronomía canaria. «Mi enhorabuena al mojo picón, pero que susto me llevé con el chorizo de perro», exclamó.
Mientras relataba su paso por la Isla algo robó la atención del público. Un sonido singular empezó a hacerse eco. Una risa estridente que se contagió rápidamente. Apodado por Puerto como «el pollo». Provino de una espectadora que no paró de reírse en ningún momento.
Siempre que David Puerto soltó algún chiste se volvía a escuchar al «pollo» de fondo. Un coro que aumentó las carcajadas de quienes allí se encontraron. El humorista intentó hablar con la mujer en varios momentos, pero esta solo se desternillaba. «Se ríe por todo esta chica, me encanta», dijo esbozando una sonrisa.
«Tengo un método para encontrar a gente canaria que no falla»
Llegados al ecuador de la función se desveló la incógnita de los instrumentos. Puerto subió al escenario a Diego, un espectador que sabía tocar el piano a la perfección. Diego conmocionó al público tocando una canción clásica. El humorista le pidió que le ayudara a tocar y así lo hizo. Le enseño otro clásico, cumpleaños feliz.
Entre los chistes y las risas, Puerto sacó un as bajo la manga. «Tengo un método para encontrar a gente canaria que no falla», anunció. La formula era sencilla. Solo hacía falta cantar el principio de los himnos más famosos del Archipiélago. Empezó entonando «Vamos cantemos…». No hizo falta decir una sola palabra más para que el público cantase a pleno pulmón el resto de la letra. Siguió con Vivo en un Archipiélago y Somos Costeros.
22.00 horas. Se acerca el final del espectáculo. El humorista sube al escenario a Javi y a otra espectadora para tocar el piano. Tres personas del público imitaban el sonido del triángulo. Puerto cogió su guitarra y cantó la canción que describió como «triste y autobiográfica». Estaba compuesta por dos versos y animó al público a cantarla. Toda la audiencia al unísono gritaba «no deseado, no deseado soy». De esta manera se despidió de La Laguna hasta el año que viene.