La entrada del Edificio Central de la Universidad de La Laguna acoge, desde el pasado 8 de marzo, la exposición bibliográfica Los cuentos siguen contando. Cuentos para la igualdad, de la colección particular de la profesora Ana Vega y que forma parte del proyecto de innovación del grupo Feminario de la ULL.“Es una manera simple de educar sin invadir. Haces, lo dejas ahí y sin querer dan toques para reflexionar y aprender”, asegura la promotora de esta iniciativa al referirse al valor que tienen las historias infantiles.
El lema de esta muestra es la igualdad y su amplio significado, y abarca asuntos tan variados como la diversidad familiar, el protagonismo de las mujeres y niñas, la visibilidad de distintas profesiones, el reconocimiento al feminismo, la detección de micromachismos y de los estereotipos profesionales, al tiempo que también hace patente las distintas formas de violencia y sitúa a las niñas como protagonistas de las historias.
“Los cuentos tradicionales han sido concebidos o recopilados en un momento histórico en el que no se planteaba la igualdad. Contienen, por tanto, rasgos sexistas muy evidentes. Como no se trata de reescribirlos, porque ya están en nuestras manos, es necesario que hagamos conscientes a los niños de esos rasgos, para poderlos contrarrestar. Es necesario que, además de la voz, recuperemos la imagen”, afirma Vega.
“Los libros ilustrados, que son un soporte esencial en las escuelas, en las casas, enseñan a los niños que deben ser activos y dinámicos; deben tener valor y un protagonismo superior a las niñas. Las imágenes retratan a ellas como pasivas, limpias, ordenadas, subordinadas; deben ser amables y dóciles… Muchas veces las imágenes estereotipadas son mutiladoras para ellos y empobrecedoras para las pequeñas. Los papeles rígidos aprisionan y modifican la personalidad y en algunos casos se sugiere la obediencia al modelo clásico, la imitación a modelos masculinos”, relata la experta.
Según Vega, los chicos, sin referentes de un modelo femenino, no conciben que las mujeres puedan jugar un papel diferente al que se refleja en las obras ilustradas, tildado por la docente como “doméstico y contenedor”.