Juan Ramón Núñez Pestano, doctor en Historia y profesor de la Universidad de La Laguna, destaca la relevancia que tiene una de sus investigaciones más recientes: El patrimonio documental y los archivos de familia. “Vengo trabajando en esta línea desde 2009. Es un tema que me interesa porque no solo se trata de un repertorio de fuentes bastante poco explotado, sino que, además, son un ejemplo de la reconstrucción de la memoria”. En ese sentido, resalta el valor instrumental que poseen los registros y su utilización en base a intereses que, históricamente, siempre se ha llevado a cabo aunque en apariencia no parezca ser así.
“Son, en esencia, herramientas de poder. Siempre han estado asociadas a instituciones con capacidad de coerción: la Iglesia, el Estado o las grandes corporaciones. Conservan la información que es acorde a sus intereses. Además, el proceso de generarla y, posteriormente, archivarla, no es neutral, siempre está mediatizado por los altos mandos”, agrega.
«Las sociedades más avanzadas son aquellas que regulan el acceso libre a la información»
Asimismo, comenta que reside en el pueblo la responsabilidad de limitar ese uso arbitrario. Sobre esta cuestión, el experto destaca que “las sociedades más avanzadas son aquellas que regulan el acceso libre a la información por parte de sus ciudadanos. Cuanto más herméticas, cerradas, poco participativas y democráticas son, menos transparentes son sus archivos. Un ejemplo de ello es el difícil acceso actual a los ficheros tradicionales, un proceso cada vez más cerrado y engorroso».
Por otro lado, el especialista en Historia Moderna confía en que con la nueva Ley Canaria de Archivos que se está tramitando en el Parlamento se logren eliminar esas barreras.
Núñez Pestano afirma que a la archivística actual se le ha planteado, en los últimos tiempos, conseguir que los legajos sean más plurales y que no conserven, en su gran mayoría, la memoria del poder, sino también otras. “Esto tiene que ver mucho con la conservación de testimonios de aquellos grupos sociales subalternos, como los gitanos. Es difícil encontrar documentación sobre este colectivo a no ser que esté relacionada con la delincuencia y el orden público. ¿Por qué? Pues no constituye un grupo de poder”, reflexiona.
Finalmente, asegura que, o se da esta situación anterior, o se termina por construir la memoria de forma oral. Esta se puede moldear y modificar, hecho que no sucedería si se perpetuase a través del archivado: “Lo que se está intentando es practicar otro tipo de preservación de la información más coral y que no solo tenga la voz de la autoridad”.