El viento desnuda las olas. La orilla se convierte en un astillero
de espuma.
Las gaviotas no tienen arena por la que buscar espigas.
El muelle es transparente y taciturno.
Las barcas soltaron amarre a las nubes.
Todo desaparece y aparece,
como el viento que vive enredándose en tu pelo
e inflando tu camisa roja…
El temporal envuelve un suculento ocaso sobre
nuestras cabezas,
que permite amarnos reluciente y tendido,
sobre la raya solar.
Tu piel es por ejemplo, un cardumen de besos
que parte desde mi boca.
Tu piel de estaciones, tu piel de esta hora tardía
que sobrevuelan pájaros…
Por tu vientre emigran hasta el norte,
hasta las casas frías y sin humo, en aquella parte
tuya por recorrer…
Ah, déjame recordarte que el verano es nuestro…