El 28 de abril y el 26 de mayo están ya marcados en rojo en la agenda de todos los españoles. El escaso margen entre las generales y las municipales expondrá a la ciudadanía en su conjunto a un implacable proceso propagandístico. Por eso ahora más que nunca es necesario tratar de dilucidar el sentido de la opinión pública y su influencia de cara a la urnas. Ciro Hernández, profesor e investigador en la Universidad de La Laguna especializado en esta materia, nos brinda algunas de las claves para enfrentarnos al próximo trimestre.
¿Seguimos en crisis? “Es una buena pregunta porque ni siquiera los economistas logran ponerse de acuerdo. Algunos defienden que seguimos viviendo sus secuelas, mientras que los más agoreros van un paso más allá y auspician un nuevo colapso financiero en breve derivado del altísimo endeudamiento por parte de las administraciones públicas de Occidente. El nivel de deuda en España es mayor del 100%, sin ir más lejos. Estará por ver si ocurre lo mismo que la última vez”.
¿Qué pasó en 2008? “La crisis económica arrastró consigo una crisis institucional. Después de haber aplicado políticas de ajuste y recorte, las expectativas de progreso y bienestar se destruyeron en España. Por esta razón, una parte de la población dejó de confiar en el sistema político clásico, representado por el bipartidismo, fragmentando el espectro político. La abstención, cuando se da en gran medida, suele ser muy alarmante. Esto significa que el sistema democrático representativo se deslegitima porque no se incumple el principio constitucional de la soberanía popular. El problema es que las alternativas políticas que vinieron para revertir esa situación no consiguieron estabilizar la situación”.
«El nacionalismo exacerbado puede llegar a convertirse en fascismo»
En 2014, usted vaticinó la necesidad de una alianza entre Izquierda Unida y Podemos. ¿Sigue pensando que es lo que le conviene a España en la actualidad? “Creo que es la única posibilidad de poner en práctica políticas reales de izquierda, pero necesita el respaldo de un contexto muy complejo al que aún no tenemos acceso. Antes de la crisis se estaba produciendo un desarme arancelario en busca de la libre circulación de bienes y capitales en todo el mundo. Sin embargo, cuando el sistema colapsó, los países se retrajeron sobre sí mismos. Primero lo vimos con el Brexit en Reino Unido y luego con Trump y su America first. En el resto de Europa, la irrupción de la extrema derecha es muy preocupante en tanto que el sentimiento nacional puede llegar a convertirse en lo que conocemos como fascismo”.
No ha respondido a mi pregunta… “Un gobierno de izquierda en una sociedad avanzada podría ser algo positivo para estimular el crecimiento económico y la situación social; Portugal es un gran ejemplo. Yo sostengo que IU y Podemos deberían seguir siendo una alternativa conjunta, pero me parece complicado que en España logren la gestión de gobierno que realmente necesitamos. Para que, en efecto, la izquierda funcione se necesita el concurso de toda una masa crítica de ciudadanos conscientes, comprometidos y preparados mentalmente para que el proyecto de izquierda tenga éxito. El resultado podría ser asombroso”.
¿Entonces el impedimento es la opinión pública? “La opinión pública española en este momento es muy limitada y no creo que esté preparada para un compromiso real. Se trata, en cierto modo, de desafiar las instituciones tradicionales. Hoy en día, el voto de izquierdas está cogido con alfileres y lo pudimos comprobar en Andalucía. Es la consecuencia lógica de una región que ha patrimonializado como símbolo al PSOE pero no se han aplicados verdaderas políticas de izquierda. Susana Díaz, que representa ese sector anquilosado del socialismo de Alfonso Guerra y Felipe González, no logró movilizar el voto de los progresistas en su comunidad. Y yo dudo que ahora PSOE y Unidas Podemos haga lo propio a nivel nacional. No lo tengo del todo claro”.
«Las derechas se han beneficiado del conflicto catalán»
¿Por eso la izquierda está cada vez más disgregada mientras que la derecha no para de encontrar puntos en común? “Mientras que la izquierda necesita el apoyo de todo el pueblo porque su proyecto se basa en las ideas, a la derecha le basta con el apoyo de las clases aventajadas porque comparten intereses económicos. Por eso, las élites que financian y despliegan toda su actividad comunicativa en favor de sus opciones políticas no tienen ningún problema para ponerse de acuerdo en sus propuestas. Las medidas económicas de Ciudadanos, sin ir más lejos, son un calco de las del Partido Popular. El PSOE y Unidos Podemos tienen más difícil el encuentro porque hay una vieja guardia socialista y una tradición socialdemócrata representada por Errejón con miedo a ejercer políticas de transformación social para no comprometer al sistema económico actual”.
Pero en estos ocho meses Sánchez ha aplicado múltiples medidas sociales, ¿no es así? “Como Alberto Garzón, Pedro Sánchez es un economista. Su tesis, plagiada o no, tiene un fuerte arraigo keynesiano y socialdemócrata. Sin embargo, pongo en duda hasta dónde está dispuesto a llegar realmente. Todas las medidas que implementó hasta que perdió la aprobación de los Presupuestos, como la subida del salario mínimo a 900 euros fueron impuestas por su principal aliado político: Unidos Podemos. Por desgracia, la forma en la que el presidente se enfrentó a la crisis de Venezuela lo retrató y alejó de UP. Pese a que tomó una postura moderada al postularse en contra de la intervención militar, independientemente de la legitimidad del gobierno de Maduro lo que no se puede hacer es reconocer a un presidente autoproclamado en una plaza pública”.
Hasta ahora, ha dejado fuera de su análisis un elemento crucial para entender el panorama político de la España actual… “El independentismo es un tema que va a ocupar todo el interés de la opinión pública de aquí a las elecciones. En Inglaterra, lo que impidió que el laborismo radical de Jeremy Corbyn cobrara vida fue el debate del Brexit. En España, lo que desvió la atención del verdadero debate (dilucidar quién está más capacitado para gobernar el país entre una derecha corrupta y una izquierda radicalizada) fue avivar el problema del secesionismo interno. De no ser por el procés, la situación sería totalmente distinta y la izquierda arrasaría en las próximas elecciones. Lamentablemente, quien se está beneficiando del conflicto catalán es la derecha”.
«La capacidad crítico-racional española es muy débil»
Hay un partido en auge al que todavía no ha mencionado… “A mí Vox me parece una anomalía. Entiendo la extrema derecha en otros países de Europa porque ellos se libraron del fascismo tras la Segunda Guerra Mundial y no tuvieron que soportarlo durante otros cuarenta años. Lo que ocurrió en Andalucía (una de las comunidades autónomas más atrasadas en lo referente a su competencia crítico-racional) se fundamenta en el modo en que Vox jugó con los sentimientos nacionales. Claro que a los andaluces les interesa que Cataluña permanezca en el mapa: sin su ayuda económica, sin el principio de progresividad, no sería posible financiar las políticas de la Junta. Mientras que Cataluña supone el 30 % del PIB y genera superávit, regiones como Andalucía, Canarias o Extremadura son una carga para el Estado. Las tensiones centrífugas nos roban tiempo y esfuerzo que deberíamos invertir en un problema mucho mayor: la crisis económica”.
¿Las dos posturas políticas son reconciliables o estamos abocados a la polarización permanente? “Ahora mismo, no lo son. El nacionalismo es una ideología emocional que no deja lugar para la racionalidad. Es lo que nos ha llevado a dos guerras mundiales y al desarrollo de armamento nuclear. Además del nacionalismo interno, en España tenemos un nacionalismo heredado directamente del régimen: los franquistas se denominaban a sí mismos el bando nacional mientras que el resto eran los rojos. Desde la bandera hasta el toro, la apelación a los sentimientos nacionales es peligrosísima. Sinceramente, yo abogo por un Gobierno mundial en la ONU. No hay bandera por la que morir y mucho menos por la que matar”.
¿Cómo funciona la opinión pública en España? “La opinión pública es la competencia crítico-racional, es la conciencia colectiva. Gracias a los sistemas liberales y al Estado social se llegó a un nivel de alfabetismo nunca visto. A principios del siglo XX, el 90 % de los españoles eran analfabetos, pero durante la Segunda República se crearon planes para educar a todo el mundo. La racionalidad aumentó por el simple hecho de saber leer y escribir. Aunque la emocionalidad es inherente a la condición humana, es nuestro espíritu crítico lo que nos ha dado una ventaja adaptativa tan grande que nos ha permitido sobrevivir. Tanto es así que incluso cambiamos el mundo a nuestra conveniencia sin importarnos las consecuencias para el ecosistema. Lo que me preocupa es que, en España, la opinión pública no es demasiado crítica”.
«La opinión pública se está emancipando gracias a las redes sociales»
Eso me recuerda a una de las proclamas de mayo del 68: “la imaginación al poder”… “Precisamente en Francia es donde se ha relevado recientemente el poder de la opinión pública. Los franceses pasaron por unas elecciones con una gran abstención, tanto que la fuerza más votada fueron los ultranacionalistas de Marine Le Pen. En la segunda vuelta, se movilizaron en masa a favor de Macron. La consecuencia de votar a un presidente por descarte es ese malestar latente que se puso de manifiesto tras las políticas de ajuste: los gilets jaunes o chalecos amarillos. Esto demuestra, además, que gracias a las redes la opinión pública se está emancipando de los medios de comunicación de masas convencionales, que no fomentaban la bilateralidad. Los ejemplos en los últimos años son muy diversos: la elección de Trump, el Brexit, la reforma constitucional de Matteo Renzi, los acuerdos de paz en Colombia…».
Pero no todos esos ejemplos han traído consecuencias positivas. ¿Esa emancipación es buena? “Yo creo que sí. Simplemente porque aumenta la racionalidad y nos aleja de los sentimientos puros. Los resultados humanos son mejores, las sociedades más justas e igualitarias… Otra cosa es cómo jueguen con ella las élites de gobierno. Nunca antes en la humanidad habíamos asistido a un fenómeno con el potencial de arrasar a un país entero con un arsenal nuclear. Temo por una escalada bélica entre el mundo oriental (principalmente Rusia, China e India) y el occidental, presidido por los Estados Unidos”.
Fake news, biblias y fascistas
¿Qué rol desempeñará el periodismo en esta campaña electoral? “De cara a las elecciones no creo que tengamos mucho que hacer como comunicadores. Mi balance, no obstante, es positivo y mantengo una visión optimista; por eso creo que la gente joven tiene la responsabilidad de seguir desarrollando su competencia crítico-racional para poder hacer frente a los problemas en los que se estancaron los que estuvimos antes. En mi generación había mucho bobo, mucho fascista…».
En la mía también, no se crea… “Sí, pero menos. Una de las esperanzas del 15-M fue lograr una democracia real y aún queda mucho por hacer para llegar hasta ella. Confío en la juventud y tengo la convicción de que la sociedad cada vez va a mejor”.
¿Y no le preocupan las noticias falseadas y el fenómeno de la posverdad? “Los medios tradicionales solo cuentan con una vía de evolución: dejar de engañar. La pérdida de credibilidad es un suicidio porque terminarán desapareciendo del mapa informativo. Al final, la gente aprenderá discernir entre lo falso y lo verdadero: es una cuestión de adiestramiento lógico a partir de la experiencia. Si usted me apura, diría que la mayor fake news llegó con la Biblia. La cita no es mía, pero es genial”.