Hace ya ocho años que Marvel Studios estrenó su primera película, Iron Man, una grata sorpresa y un éxito inesperado que dio comienzo a la que acabaría convirtiéndose en la franquicia cinematográfica más taquillera de la historia. El gran golpe en la mesa fue dado en 2012 con Los Vengadores de Joss Whedon, una de las mejores cintas del género y que revalorizó como nunca antes, el cine de superhéroes.
Cuatro años después y tras seis películas muy diferentes entre sí, Marvel Studios, de la mano de los directores Anthony y Joe Russo y los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely, nos trae no solo una adaptación de uno de sus cómics más queridos, sino la culminación de la trilogía del Capitán América.
La historia de Capitán América. Civil war sigue las líneas generales del cómic, con un accidente que hace que el gobierno opte por tener más control sobre la gente con poderes. Han cambiado ciertas cosas, pero los cambios resultan sumamente beneficiosos, al proporcionarnos una historia bien escrita, sólida y en la que los personajes se comportan tal y como son, a diferencia del cómic que optaba por llevar a los personajes al extremo desdibujándolos totalmente. El trabajo de Christopher Markus y Stephen McFeely al cargo del guión me parece digno de elogio y me alegro de que al igual que los Russo, vayan a encargarse de las dos próximas entregas de Los Vengadores.
Sorprende la excelente labor de la dirección de actores, ya que casi todos nos brindan sus mejores interpretaciones en sus respectivos papeles. Chris Evans está más convincente que nunca como Steve Rogers. Su personaje es llevado todavía más al límite que en su anterior aventura en solitario y consigue un gran resultado. Al igual que Robert Downey Jr. que hace la mejor interpretación de Tony Stark desde su debut con el personaje.
En el apartado de los debutantes, Chadwick Boseman es el gran descubrimiento en su papel de T’Challa. Consigue dar mucha personalidad a su personaje tanto en su faceta de rey de Wakanda, como la del guerrero implacable Black Panther. Su viaje y evolución en el transcurso de la película es sumamente interesante y deja a gran parte del público con unas ganas locas de ver su primera aventura en solitario, que llegará el 16 de febrero del 2018.
La otra gran revelación y que era uno de los aspectos más esperados, ha sido Spider-man. Tom Holland está espléndido, desde el primer momento en el que sale en pantalla. Su aparición es breve y no es todo lo orgánica que debería, pero le han bastado veinte minutos para superar a sus predecesores, Tobey Maguire y Andrew Garfield.
Del resto de los superhéroes no hay mucho más que añadir. Todos siguen en la línea de sus interpretaciones previas o, incluso, un poco por encima en el caso de Paul Rudd (Ant-man), Elizabeth Olsen (Wanda Maximoff) y Jeremy Renner (Ojo de Halcón).
Pasando al lado de los villanos, nos encontramos con el que en mi opinión es el mejor que ha dado este tipo de cine en los últimos cuatro años. Daniel Brühl hace un trabajo excepcional interpretando a Helmut Zemo, un villano inteligente, con un plan brillantemente pensado y ejecutado, que va al grano y cuyas motivaciones son creíbles. Posiblemente sea el villano más único que dé Marvel y es algo que se agradece.
En el apartado técnico la película cumple. Los efectos especiales están muy bien conseguidos, los efectos sonoros también, así como la fotografía. Quizás, el punto más flojo sea la banda sonora, que no es mala ni mucho menos, pero no tiene ningún tema que quede grabado.
Anthony y Joe Russo han aprobado con nota este desafío. No solo han conseguido hacer una secuela que está a la altura de su anterior trabajo, sino que han encumbrado a la trilogía del Capitán América como la mejor que ha tenido un superhéroe. Nos quedamos muy tranquilos sabiendo que el universo cinematográfico de Marvel está en sus manos.