Besay Pérez es un tenor lagunero que lleva toda su vida vinculado al Carnaval de Santa Cruz de Tenerife. Semifinalista de la pasada edición de La Voz, componente de la murga Zeta Zetas, del grupo Los Sabandeños y de la rondalla El Cabo. Fue en una agrupación como esta última donde creció y de la mano de su abuelo y abuela comenzó a desarrollar su pasión por la lírica y el folclore. En octubre dio el salto a la Península con dos actuaciones: en la Sala Galileo Galilei de Madrid y en la Platea Odeon Imperdible de Sevilla.
¿Por qué acudir a un programa de talentos? «Esa misma pregunta me la hago yo todavía. Surgió sin pensarlo, me escribieron desde el programa y lo asumí como un reto personal y musical, pues al ser tartamudo exponerme era todo un desafío. A día de hoy creo que fue una locura, pero por suerte, una locura maravillosa».
¿Es distinto lo que vemos en la televisión a la realidad de un programa como La Voz? «Muy distinto, la gente solo ve la portada. Allí estás dieciséis horas en el estudio. Recuerdo hacer vocalizaciones a las seis de la mañana para terminar grabando a las cinco de la tarde. El morbo llama muchísimo. Se centraron bastante en mi tartamudez y en ocasiones hacían preguntas demasiado personales».
¿Se considera un abanderado de su tierra? ¿Qué representa para usted Canarias y el folclore? «No me considero abanderado de nada. Cualquiera que lleve sus islas con orgullo y sin complejo podría serlo. Es cierto que estoy en un estandarte más visible, pero nada más. Me considero un canario que ama su tierra, su folclore y al que le encanta cantar».
«Me considero un canario que ama su tierra, su folclore y al que le encanta cantar»
¿Es compatible formar parte de Los Sabandeños y de dos grupos del carnaval con tener una carrera musical profesional? «Es una locura. Falto mucho a ensayar, es imposible estar en todo. No deja de ser muy complejo, pero es la única forma que tengo de estar amarrado al factor popular. Llevo veinte años en rondallas y seis en la murga. Sin carnaval me faltaría algo, no podría imaginarme sin ir al Recinto o sin ver al público».
En La Voz comentó que no tenía estudios de canto. ¿Cómo se animó a dar el primer paso entonces? «Todo viene a raíz del carnaval. Empiezo a cantar con ocho años en esta fiesta. Yo no he conocido otra vida sino la de cantar siempre. Desde mi abuela en las rondallas hasta ahora que hago conciertos en Madrid o Sevilla».
También dijo que no le gustaría que lo encasillaran en el lírico, ¿Por qué no apostar todo a él si es el género en el que está más cómodo? «El lírico va ligado a las rondallas, como empecé con él me gustó mucho. Lo que quería en La Voz era probarme, hacer cosas que no haría en la Isla, cantar Me enamoré de ti o hacer un musical, por ejemplo. Me apasiona el lírico, pero es aburrido que me encasillen en un único género. En mis conciertos me gusta hacer cosas distintas, desde una Romanza de Zarzuela hasta Abriré la puerta».
«Me apasiona el lírico, pero es muy aburrido que te encasillen en un único género»
¿Cómo se describiría Besay Pérez a sí mismo? «¡Uf…! Me considero buena persona, pero muy tozudo. Siempre quiero las cosas a mi manera. También soy honesto, algunas veces en exceso. No obstante, el ejemplo de que no lo estoy haciendo tan mal es que tengo grandes personas a mi alrededor».
Gracias a la música, ¿la tartamudez a la que se refería como un hándicap social ha quedado en segundo plano? «Antes era muy tartamudo, ni siquiera podría hacer una entrevista así. En el programa pasé por todas las etapas. Desde el extremo de parar la grabación hasta el de hablar con total fluidez ante las cámaras. También creo que gracias a este trastorno del habla he desarrollado una forma de ser diferente que me permite quitarle importancia a lo que piense el resto».
¿Ha encontrado la felicidad en lo que hace? «Sin duda. Soy muy feliz. Considero que el secreto de la felicidad está en no buscar más allá de lo que tienes si la vida no te lo da. Cada uno va a donde la vida le manda y las circunstancias le permiten. Yo he tenido suerte».