Con motivo de la reciente publicación del Romancero General de Tenerife (2016), el investigador Benigno León Felipe, profesor de Literatura Española en la Universidad de La Laguna, destaca que se trata de una recopilación extensa y rigurosa sobre esta tradición oral que abarca desde el siglo XIX hasta nuestros días. La autoría de la obra la comparte con Maximiano Trapero y Andrés Monroy, profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
¿Cómo es la tarea del investigador de Literatura canaria? «La tarea de investigador en Literatura canaria es igual a la de cualquier otro investigador en cualquier otra rama. Tiene los problemas y las dificultades de hacer, como otras investigaciones universitarias, estudios de rigor y con profundidad».
¿Qué metodología ha usado para la recopilación de la tradición romancera en Tenerife? «Esta publicación, compartida con Maximiano Trapero y Andrés Monroy Caballero, profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, lleva bastante tiempo gestándose. En ella se recogen todos los romanceros y colecciones de romances de Tenerife desde que empezó la recolección en el siglo XIX hasta la actualidad. Concretamente, incluye una colección que coordiné hace unos años con alumnos de la antigua Escuela Universitaria de Magisterio durante cuatro años. Es una selección importante de romances recogidos en diversos puntos de la isla de Tenerife».
Por lo tanto, no tuvo que partir de cero… «Es un proyecto de muy largo recorrido. Empecé la colección a partir de los años ochenta del siglo XX y ahora surgió la oportunidad de reunir todas las que se han publicado en torno al romancero de Tenerife que, en cierta medida, cierra un ciclo de colecciones de romanceros generales de todas las islas del Archipiélago. Hay que señalar que el romancero canario es posiblemente el mejor estudiado y recolectado del ámbito panhispánico».
¿Ha tenido algún inconveniente durante el estudio? «Como todos los proyectos largos, el profesor Trapero y yo hemos intentado sacar esta publicación adelante desde hace diez años y fue ahora cuando surgió la oportunidad de publicarlo».
Estos romances, ¿son de carácter popular? «Romanceros en general. Romancero histórico, épico, viejo, nuevo… Cuando se lleva a cabo un proyecto de recopilación de un género tradicional como este, se abarcan todas las modalidades».
¿Cree que hoy en día el romancero está en peligro? «Está en peligro en cuanto a género tradicional, es decir, que se va transmitiendo de generación en generación. Posiblemente, una vez que desaparezca la generación más vieja es muy probable que ese proceso de transmisión oral, que tiene sus orígenes en la Edad Media, finalice. Pensamos que la única isla en la que pueda conservarse, por las características particulares que tiene su romancero, sea en La Gomera, que está muy asociado al folclore. En el resto de las islas, y posiblemente de zonas del ámbito panhispánico, se termine».
Aula de Narración Oral de la Universidad de La Laguna
Al igual que ha sucedido en Gran Canaria con el género de la décima, donde el filólogo Yeray Rodríguez lo ha intentado reavivar en diversos talleres, ¿desde La Laguna se intentará una actividad similar? «El género de la décima es un género muy concreto ya que es un determinado tipo de poesía tradicional, popular, de transmisión oral como también son las cuartetas, los puntos cubanos… En La Laguna yo no conozco ningún caso concreto de iniciativa orientada a desarrollar ese género. Está asociada a determinados grupos o movimientos folclóricos. Pero como actividad de investigación para reflotar un género como el de la décima, no lo veo. Aunque sí es de reciente creación el Aula de Narración Oral que impulsamos tres profesores de universidad: Ernesto Rodríguez Abad, Andrés González Novoa y yo. En esa aula lo que sí pretendemos es consolidar y restablecer todo lo relacionado con la narración oral, es decir, el cuento, la leyenda, el mito…».
¿Hay algún romance que quisiera destacar? «Tengo especial predilección por el que centró mi tesina. Analicé en esa época todas las versiones canarias del Romance de Gerineldo, que es uno de los romances más antiguos y más extendidos del todo el ámbito panhispánico. Lo que hice fue analizar y establecer una versión tipo de todas las versiones recogidas en Canarias, ya que un romance vive de las diferencias, de las variantes que cada recitador incluye cuando lo recita. Por lo tanto, en cada pueblo, en cada recitador, hay variaciones de esa historia inicial del romance, y el análisis de todas esas variantes es lo que sustenta los estudios sobre el romancero».
«Estamos ante el fin de uno de los ciclos de transmisión oral más importantes del mundo»
¿Cuáles han sido las conclusiones del proyecto? «Estamos ante el fin de, posiblemente, uno de los ciclos de transmisión oral más importantes del mundo. Probablemente estemos asistiendo a los últimos coletazos de este género».
¿Ha recibido algún tipo de ayuda económica para financiar la investigación? «No, no, en absoluto. Con el profesor Trapero presentamos hace algunos años el proyecto de investigación para financiar la publicación y la recogida de algunas muestras, pero no salió adelante».
Pronto se va a publicar otro artículo suyo de investigación en la revista Anuario de estudios atlánticos. ¿Qué nos puede adelantar del mismo? «Es un trabajo que me solicitó el director de la revista y que gira sobre otra de las líneas de investigación que siempre he desarrollado: la poesía en prosa. En este caso, el ensayo gira en torno al poema en prosa en Canarias durante los últimos quince años, desde el 2000 al 2015. Se lleva a cabo una labor de recopilación de estos poemas publicados por escritores canarios y, después, el consiguiente análisis para descubrir cuáles son las pautas que se lleva a cabo en Canarias».
¿Qué campos, considera, quedan por abordar en la Literatura canaria? «Pues todos. La Literatura, en general, siempre adolece de estudios rigurosos y profundos de todos sus géneros, tanto del género narrativo, poético como del teatral, aunque haya estudios amplios y abiertos de alguno de ellos siempre queda algo por trabajar».
¿A cuál se dirigirá ahora? «Continúo con mi línea de investigación: la poesía en prosa y el romancero. También, gracias a la creación del Aula de Narración Oral, estamos abordando estudios y recopilaciones de trabajos de este estilo».