La violencia de género sigue maltratando a las mujeres de todo el Mundo. Los informativos repiten la misma canción fúnebre una semana sí y otra también, pero no son los únicos testigos de este suceso. Las hojas de los libros se manchan de historias de chicas y es hora de aprender de sus palabras. En lo que va de año, 44 han sido las asesinadas en España. Por ello, hoy domingo, con motivo del Día Internacional contra esta lacra social, recordamos a cinco escritoras que, con la literatura como medio de expresión, han representado esta problemática.
Rupi Kaur (1992 – Actualidad)
Nacida en Panyab, India, emigró a Canadá junto a sus padres a los cuatro años. Su madre siempre insistió en que dibujara, sobre todo en los primeros años cuando no sabía comunicarse en inglés con el resto de niños. Estudió Retórica y Escritura en la Universidad de Waterloo. De esta manera, Kaur se abrió un hueco en el mundo de la literatura con poemas sencillos acompañados de dibujos minimalistas que fluyen con los versos para crear un conjunto de sentimientos y sensaciones en el lector.
Sus poemarios están llenos de una pasión que se muestra en los temas principales de su obra: el amor, la ruptura, la feminidad y el abuso. La lectura pasa a ser una conversación escritora-público que crea el ambiente perfecto para que las palabras sacudan a cualquiera de un sentir a otro tan fuerte como una tormenta.
“No sé si mi madre está
asustada o enamorada
de mi padre,
todo me parece lo mismo”.
(Kaur, 2015, página 44)
Mercedes Pinto (1883 – 1976)
Las palizas eran algo habitual en el matrimonio de esta tinerfeña casada con el abogado Juan de Foronda. Después de años aguantando, pudo internar a su esposo en un hospital psiquiátrico donde le diagnosticaron paranoia. De estos tiempos de sufrimiento nació la novela Él, que retrata la vida de una mujer maltratada.
Su nombre comenzó a ser conocido cuando dio una charla en la Universidad Central de Madrid titulada El divorcio como medida higiénica. Después de este evento el dictador Primo de Rivera la expulsó del País. Marchó entonces a Uruguay y visitó numerosos estados latinoamericanos en los que dejó siempre su huella trabajando como pedagoga, oradora, literata, periodista…
Murió en México y en su tumba hay unos versos que le dedicó Pablo Neruda. Uno de ellos llama especialmente la atención: «Urgentemente viva». Y es que, a pesar de todo lo que vivió Pinto, siempre mantuvo las ganas de vivir, de trabajar y de luchar por sus ideales.
Virginie Despentes (1969 – Actualidad)
Despentes fue violada y ejerció como prostituta. Estos dos temas son los pilares de su obra Teoría de King Kong. En ella explica que la prostitución y la maternidad subrogada no tienen por qué ser represivas para la mujer, lo que le trajo muchas críticas por parte de grupos feministas.
Esta escritora, con su estilo punk y desenfadado, es una de las mayores críticas de la sociedad patriarcal actual, convirtiéndose en una referencia para el movimiento feminista.
Isabel Allende (1942 – Actualidad)
Isabel Allende quedó conmocionada tras la muerte de su hija Paula y, para honrar su nombre, creó la fundación Isabel Allende. Esta organización busca el empoderamiento de mujeres y niñas para garantizar los derechos reproductivos, la independencia económica y la protección contra la violencia.
En su novela más aclamada, La casa de los espíritus, la escritora chilena nos enseña las normas familiares basadas en los roles de género típicos. El tiempo pasa y comprobamos las diferencias generacionales en las vidas de las protagonistas desde la abuela hasta la nieta. Aunque todas tienen algo en común: rompen con los cánones establecidos para luchar por sus intereses y no se preocupan por los prejuicios del resto de personas.
Concha Méndez (1898 – 1986)
Pertenece a las Sinsombrero, artistas españolas de la Generación del 27 que, a pesar de la suerte que corrieron sus compañeros, fueron olvidadas. En específico, Concha Méndez escribió poesía y teatro, además de trabajar como editora. Los temas más recurrentes en su obra son la naturaleza, los sentimientos y el dolor por la muerte de su primer hijo que no llegó a nacer.
Méndez siempre supo que la mujer servía para algo más que para las tareas del hogar. Así lo expresaba en una anécdota, cuando se acordaba de un amigo de su padre que había visitado su casa y le había preguntado inocentemente a sus hermanos: “¿Qué quieres ser de mayor?”. A ella, que no le había preguntado, se adelantó y respondió “yo voy a ser capitana de barco”, pero el hombre la miró y le dijo: “Las niñas no son nada”.
Ella sí que fue algo, fue aventurera: siendo muy joven se fue sola a Argentina cuando en esos momentos era impensable. Fue editora, escritora y, sobre todo, vivió libremente, como siempre deseó.