La estudiante de doctorado del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad de La Laguna (ULL), Paula Izquierdo, participó activamente en el análisis exhaustivo de la enana blanca que presenta tránsitos periódicos producidos por restos de origen planetario. La autora principal de este trabajo ha usado datos obtenidos con el Gran Telescopio Canarias y con el Telescopio Liverpool: “El estudio de este sistema puede proporcionar información sobre el porvenir de nuestro Sistema Solar”.
Un artículo publicado recientemente en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS) confirma la evolución de los tránsitos producidos por los restos de un planetesimal orbitando la enana blanca WD 1145+017. Estos “escombros” pasan por delante de la estrella cada 4,5 horas, ocultando parte de la luz que esta emite, y se encuentran en continua interacción y fragmentación, lo que se traduce en importantes cambios en la profundidad y forma de los tránsitos observados.
¿Qué es exactamente una enana blanca?
WD 1145+017 es una enana blanca: el remanente de un astro que ha agotado todo su combustible nuclear. La mayoría de estas formaciones tienen una masa menor que la del Sol y un tamaño similar al de La Tierra. Diversas investigaciones apuntan a que el 95 % de todas las estrellas del Universo acabarán sus vidas convertidas en enanas blancas. Entre ellas, nuestro propio Sol.
Aunque descubierto en 2015, este sistema ha atraído la atención de una gran cantidad de equipos de indagación. Este último proyecto presenta, por primera vez, datos espectroscópicos del Gran Telescopio Canarias obtenidos simultáneamente a datos fotométricos con el Telescopio Liverpool, ambos instalados en el Observatorio del Roque de los Muchachos (Garafía, La Palma).
“Fuera de tránsito suponemos un flujo del 100 %, ya que nada se interpone en el camino de la luz que emite la enana blanca”, explicó la investigadora del IAC/ULL. “Pero cuando hay material en órbita que pasa entre nosotros y la estrella, la cantidad de luz que recibimos es menor. Este descenso es del 50 % en el tránsito de mayor profundidad que hemos observado: hay nubes de polvo como consecuencia de la fragmentación del planetesimal que son capaces de ocultar la mitad de la luz de la enana blanca”, indicó.
Los tránsitos que se ven son grises
La investigación confirma, además, que los tránsitos en el rango visible del espectro son grises. Es decir, no hay relación entre la profundidad del tránsito y la longitud de onda, por lo que los tránsitos tienen la misma profundidad en las cinco bandas estudiadas. Los autores desarrollan una nueva hipótesis donde el descenso del flujo sería originado por una estructura ópticamente gruesa, en detrimento de la ópticamente delgada que se postulaba anteriormente.
“El tránsito más profundo presenta una estructura compleja que hemos conseguido modelizar con la superposición de diferentes nubes de polvo, como si se tratara de seis fragmentos equiespaciados procedentes del planetesimal”, señaló Pablo Rodríguez-Gil, coautor del artículo, investigador del IAC y profesor de la ULL.
Entre otros aspectos, el equipo también ha observado una disminución en la cantidad de absorción producida por hierro durante el tránsito más profundo detectado. “Parte de esta línea de absorción no se origina en la atmósfera de la enana blanca, sino en un disco de gas orbitando alrededor de esta, por lo que demostramos que el disco de fragmentos y el de gas deben estar correlacionados espacialmente”, argumentó el coautor Boris Gänsicke, investigador de la University of Warwick (Reino Unido).