Una vez al año, Los Realejos hace gala de su tradición pirotécnica. La celebración, declarada de Interés Turístico Internacional, rinde homenaje a la Cruz. A ella se le dedican flores y fuegos artificiales cada 3 de mayo. A pesar de que se trata de una de las mayores exhibiciones pirotécnicas de Europa, lo que hace de esta tradición algo aún más especial es la costumbre antigua del pique entre las calles El Sol y El Medio. La competición popular busca demostrar qué vecinos del pueblo miman más a la imagen que sale en procesión por las calles realejeras.
Más allá de estos roces, los devotos de la Cruz se reúnen al final de la mañana de este día para gozar de una demostración del espíritu del pueblo: ruido, luz y festejo. En esta ocasión, miembros de los dos bandos disfrutan juntos de la traca que marca el final de la procesión y conviven en una armonía que se va convirtiendo en rivalidad a lo largo que llega la noche. La pólvora y el fuego invaden el comienzo de mayo en este pueblo del norte de Tenerfe e, incluso, consiguen lo que parece imposible para el hombre: hacer de la noche el día.