Desde el origen hasta el presente,
pasando por el intermedio más incoherente,
subiendo y bajando escaleras inexistentes
y cayendo una vez, otra y hasta veinte.
Así mismo sería según aquella vidente,
así mismo ocurrió según esta viviente.
Y yo me mostraba reticente
y no me proclamaba creyente,
pero sucedió y se cumplió la predicción.
Caí, me levanté y, de nuevo, tropecé.
Me sangró la piel,
me curaron las heridas
y estas se volvieron a abrir.
Caí, me levanté y, de repente, tambaleé.
Me pregunté mil cosas que no se pueden responder
y en otras tantas ocasiones dudé.
Medité, mentí, amé, soñé.
Pensé en volver,
en girar, dar marcha atrás y regresar.
Y no, no fui capaz.
Con el tiempo hablé con la adivina.
Me dijo que mis decisiones ya no eran evidentes
y acabaría en algún lugar, a escondidas.
Esta vez se equivocó.
Giré y volví,
regresé,
retorné.