Científicos pertenecientes al Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada (UGR) descubrieron el sistema más exacto para averiguar si un individuo miente o dice la verdad. Está basado en la técnica de la termografía que posee un 10 % más de exactitud que el polígrafo y en las entrevistas estratégicas llevadas a cabo en las comisarías y los diferentes campos de refugiados. Además, toma como referencia el conocido como Efecto Pinocho.
La teoría apunta que cuando mentimos la temperatura de la punta de la nariz desciende entre 0,6 y 1,2ºC, ya que a través de esta bajada se manifiesta la ansiedad de la persona al estar envuelto en una mentira. En cambio, la de la frente sube entre 0,6 y 1,5ºC, porque necesitamos pensar, planificar nuestras excusas y analizar el contexto, lo que provoca una fuerte demanda de control atencional que se traduce en dicho aumento. Cuanto mayor sea la diferencia entre ambas regiones de la cara, más probabilidad de mentira hay.
“La diferencia entre la verdad y la mentira es cuantitativa, no cualitativa”
Para la investigación contaron con una muestra de 60 estudiantes de Psicología de la Universidad de Granada para realizarles pruebas con el termógrafo y dividirlos en dos grupos. El primero debía hacer una llamada telefónica durante tres o cuatro minutos a un ser querido en la que le contara una mentira significativa. El segundo, por su parte, tenía que efectuar la misma acción, pero esta vez contando aquello que le indicaban a través de una pantalla de ordenador. En ambos casos sufrieron ansiedad, pero solo en el primer equipo se apreció un esfuerzo mental para monitorizar el engaño.
El autor de este trabajo, Emilio Gómez Milán, afirma que “no existe ningún método que acierte al 100%, porque la diferencia entre la verdad y la mentira es cuantitativa, no cualitativa». Aún así, asevera que han logrado un procedimiento que se acerca a la exactitud y disminuye los falsos positivos, algo frecuente en el polígrafo, por ejemplo.