El consultor y presidente de Barcelona Drucker Society, Xavier Marcet, fue el encargado de cerrar el pasado viernes, 26 de octubre, la XXXVI Jornada de Gerencia Universitaria celebrada esta semana en la Universidad de La Laguna, con una intervención en la que apeló a la necesidad de que las instituciones académicas afronten cambios profundos para poder seguir cumpliendo con su función formativa en una sociedad cada vez más dinámica. “El asunto no es si las universidades desaparecen o no, sino si serán relevantes o no”, expresó.
Esta fue la última intervención antes del acto protocolario de clausura, que estuvo presidido por el rector de la ULL, Antonio Martinón, y contó con la presencia en la mesa del director general de Universidades del Gobierno de Canarias, Ciro Gutiérrez; la gerente de la institución lagunera, Lidia Pereira; el rector de la Universidad de A Coruña y presidente del sectorial CRUE de Gerencia, Julio Abalde, y el secretario de la mencionada sectorial, Josep María Sentís.
“Debemos creer que ese cambio es posible y necesario»
Martinón expuso que las instituciones deben tener un comportamiento mucho más decidido para comprender que la universidad necesita un cambio profundo. “Debemos creer que ese cambio es posible y necesario. La sociedad no nos va a esperar mucho más a que lo asumamos”. Agradeció tanto a la organización del encuentro por su trabajo como a la CRUE por haber elegido la ULL de un encuentro que ha ayudado a conocer mejor “dónde están los puntos débiles y qué cambios debemos hacer”.
Gutiérrez señaló que las jornadas ponen en valor la relevancia de la función de gerente en el futuro del modelo universitario. Valoró que en las sesiones de inauguración y cierre se haya hablado de transformación y cambio, pues ese es el reto de las universidades del futuro. “Van a tener que prepararse para captar recurso y talento: en suma, para competir”, aclaró, pero siempre sin perder su perspectiva de servicio público.
Abalde también se refirió a esa necesidad de cambio de las universidades, “producto de la propia evolución de la sociedad”, que debe afrontarse desde ella transparencia y la rendición de cuentas, mientras que Sentís valoró la dificultad de organizar un encentar en el que han participado 44 ponentes, algunos de ellos en sesiones simultáneas.
Tres días de sesiones
Por su parte, la gerente de la ULL repasó algunos de los asuntos abordados a lo largo de los tres días de sesiones: la transparencia, las subvenciones, la contabilidad, la sostenibilidad de las infraestructuras, los recursos humanos, la gestión de talento, y la transformación digital. Reflexionó que la labor gerencial actúa en dos niveles: por un lado, atender a la actividad cotidiana que necesita una respuesta inmediata y, por otra, adaptarse a situaciones sobrevenidas, como puede ser un cambio legislativo.
Marcet reflexionó sobre lo que significa cambiar en un tiempo de cambios acelerados, que recuerda a la vivida en los años 90. Si en aquel momento la gente se preguntaba, escéptica, si “esa cosa de Internet iba a ser para tanto”, en la actualidad esa cuestión se ha trasladado a la Inteligencia Artificial y el Big Data.
En ese futuro, las universidades deben aprender a reconvertirse para no perder la relevancia, porque, de hecho, ya hay numerosas empresas, con Google a la cabeza, que ya no exigen ser titulado universitario para optar a un puesto.
“En los 90 cambiamos la comunicación, pero la forma de tomar decisiones”, algo a lo que va a ayudar ahora el Big Data y la inteligencia artificial.
Adaptación a la vida
Marcet explicó que esa fiebre por la innovación que estaba vigente hasta no hace tanto está decayendo, y está siendo sustituida por la fiebre de la agilidad, entendida esta como habilidad para hacer coincidir las capacidades con las oportunidades.
Este cambio, según el ponente, no tiene tanto que ver con la tecnología como con la capacidad de adaptación de las personas: “La gente a la que vamos a formar las universidades va a tener un solo oficio: adaptarse toda la vida. Preparar para ello es fundamental, y lo tenemos que hacer unas personas que nunca vamos a cambiar en nuestra vida, para lo cual necesitaremos mucha empatía para lograrlo, porque tendremos sapiencia, pero no la experiencia”.
En aras de esa agilidad, Marcet entiende que no se puede seguir ofertando posgrados de dos años cuando las personas recetan cambios en semanas: “Se trata de acompañar de manera ágil a los alumnados algo largo de su vida”.