Queríamos romper las barreras del sonido
y dejar atrás el récord de la velocidad de la luz;
queríamos improvisar con los ojos abiertos
para tener las manos entre folios de color.
Pasaron los meses, los años, y nada cambió,
hasta que un buen día la vida nos sonrió.
Encontramos la llave perfecta para abrir la puerta
que nos daría pie a vivir una imaginación en la Tierra.
Parecía mentira, ¡y tanto que lo parecía!
Mas, contra todo pronóstico, sucedió:
un sueño se convirtió en realidad.
Tal día como hoy,
a esta precisa hora,
una fantasía se cumplió.
Ahora es el momento de cuidar lo que tenemos
como si fuera una planta, un verde brote,
aunque, en vez de mimarla con agua,
lo haremos con letras y palabras,
con amor y constancia.