Romina Rey Cattani es licenciada en Psicología por la Universitat de València. En 2012 se especializó en jurídica gracias al máster estudiado en la Universidad Católica de Valencia y realizó las prácticas en el Instituto de Medicina Legal de Valencia. Desde 2014 colabora con el Centro Psicológico CPC en La Cuesta, y a partir de 2016 comenzó a trabajar dentro del equipo forense de Gabinete Dánae en Santa Cruz de Tenerife, donde efectúa peritajes en diversos ámbitos. Próximamente dictará el curso Detección del engaño en la evaluación psicológica forense que oferta la Fundación General de la Universidad de La Laguna y que empieza el sábado, 19 de mayo.
¿Por qué decidió estudiar Psicología? «Siempre supe lo quería estudiar porque me gustaba el contacto con la gente y la idea de ayudar desde alguna perspectiva. No obstante, no tuve clara mi orientación al principio. Durante la carrera descubrí que la clínica no me llamaba la atención porque no me agradaban las etiquetas diagnósticas, dado que me siento más cómoda empleando la evaluación en lugar del tratamiento. Entonces fue cuando realmente cambié de opción y preferí la forense».
¿Cuáles fueron los motivos? «Mi licenciatura duró 5 años. Cuando estaba en cuarto hice un curso, antes conocido como créditos de libre elección, de psicología jurídica forense. Aunque era una pequeña introducción, me enganché bastante debido a que me encantó la mezcla con el derecho y el trato con las leyes. La abogacía me gustaba pero no para dedicarme a ello. Personalmente, disfruto tanto la parte de valoración como la del juzgado, pero este trabajo conlleva mucha responsabilidad».
«El curso es específico y va dirigido a profesionales que ya tengan conocimientos»
¿Considera que el grado de Psicología presenta esta salida profesional como factible? «En la mayoría de universidades de España, esta especialidad se da en alguna optativa de forma superficial. Se trata de una introducción que no define como opción laboral, tendría que tenerlo muy decidido el estudiante para irse fuera y realizar el máster. Además, actualmente la profesión no está regulada, y me parece un grave error que alguien se ponga a hacer periciales sin una base formativa práctica de mínimo una cantidad de horas. Sin embargo, la formación de la carrera en general, y no solo forense, está muy limitada a día de hoy».
¿Por esta razón las clases para detectar el engaño es una buena solución para que el alumno compruebe si le gusta esta especialización? «No es introductorio sino demasiado específico. Es importante que la gente venga con un conocimiento previo de al menos qué es y a qué se dedica este campo, ya que no vamos a empezar por el inicio. Esa información la pueden encontrar en la web de cualquier colegio oficial de psicología. Se trata de que los profesionales entiendan que es una rama muy grande de evaluación de víctimas, y ese protocolo es fundamental machacarlo puesto que analiza aspectos muy delicados que terminan en sentencia judicial».
¿Ha impartido otros cursos en la FGULL? «No, es la primera vez. En el Centro Psicológico CPC sí que hemos ofertado aprendizaje a nivel privado. Por otros medios también porque llevo trabajando en esto seis años, así que he hecho seminarios en algunos gabinetes, e incluso por mi cuenta. Por tanto, hemos visto interés en los alumnos pero sin la suficiente divulgación no llega a la gente. Entonces se enteran cuando ya ha finalizado el taller».
«Si el que acusa miente podría caer en perjurio y ser penalizado»
¿Es la primera vez que dicta el curso Detección del engaño en la evaluación psicológica forense en la FGULL? «Sí. Esperamos que tenga buena acogida por parte de los asistentes».
¿Por qué cree que es necesario? «Actualmente la valoración de testimonios se ha estudiado principalmente en Inglaterra, y con resultados muy interesantes. En las universidades de Santiago de Compostela, Granada y Barcelona es donde más investigaciones se llevan a cabo en torno a las víctimas.. Si un canario tiene dudas, antes de marcharse a la península puede probar este seminario para averiguar si le gusta el tema. También sirve para los profesionales que conocen el protocolo, pero quizá no saben ejercerlo. La idea principal es emplear vídeos de casos reales y transcripciones con el objetivo de que los alumnos encuentren, mediante la práctica, cómo actuar ante determinadas situaciones, como encauzar una entrevista o valoración».
¿Qué es lo primero que debe tener en cuenta para localizar el engaño? «Tener claro a quién se aplica, pues la credibilidad de testimonios solamente se hace a víctimas y nunca a presuntos agresores, ya que no tiene sentido valorarlos porque poseen el derecho a mentir a su favor. No obstante, aunque el protocolo se creó originalmente con este fin, es cierto que algunos profesionales lo emplean también para analizar las declaraciones de imputados. El damnificado si lo hiciera caería en perjurio por ser una falsa testificación, y con lo cual sería un delito condenado en el código penal».
¿Existen otros factores relevantes? «La edad puesto que tendremos que adaptar el protocolo según sean menores o adultos, debido a que varían algunos criterios. También la organización es vital ya que desde el primer momento en el que se presenta la persona peritada debemos saber cuáles van a ser las fases y sobre todo, cómo vamos a obtener la información que nos interesa. Para lograr el objetivo se debe poner en práctica una serie de técnicas psicológicas generales como establecer un buen feedback, entre otras».
«Las conclusiones son los aspectos que normalmente mira su Señoría»
¿Qué contenido aparece en el informe presentado en el juzgado? «Hay informaciones que no se pueden omitir porque serán cruciales en la vista oral. Las conclusiones son los aspectos que normalmente mira su señoría, entonces ahí debo recoger el contenido necesario para responder a lo que me solicitaron. Si se trata de credibilidad del testimonio, en uno de los puntos determino si la declaración es probablemente creíble, que es el nivel más alto, incierta/indeterminada o no creíble. Esos son los tres marcadores. En el documento también nos suelen pedir que valoremos si existe un daño psicológico en la presunta víctima que se haya derivado del hecho delictivo.
¿Cuáles son los signos más frecuentes que indican la farsa? «La congruencia verbal y emocional, los indicadores de los test y los criterios establecidos en los protocolos de valoración de credibilidad del testimonio».
¿De qué trata la congruencia verbal y emocional? «Los individuos muestran los sentimientos que afirman tener. Esto se relaciona con la simulación ya que intentamos descartar que ese sujeto está fingiendo porque se manifiesta afectado cuando realmente no lo está; pretende evidenciarse más afligido de lo que se encuentra (sobresimulación); o simplemente no ha ocurrido nada y es una completa mentira».
¿Hay otro mecanismo además de la entrevista? «Los test denominados psicométricos que tienen escalas de validez. Entre otras variantes, indican la deseabilidad social, la cual significa que la persona se quiere mostrar mejor o peor de lo que realmente se encuentra en función de satisfacer las expectativas de su evaluador. Estos instrumentos son muy susceptibles y detectan estas tendencias. Alguien muy entrenado puede lograr falsearlos, pero no se aplica solo uno, sino que normalmente se emplean mínimo tres con dichas escalas de validez. Junto con la declaración, esto nos ayudará a establecer si el cliente quiere engañar deliberadamente o sufre un trastorno como el facticio, en el cual el sujeto pretende mentir, aunque de manera involuntaria, ya que se cree sus propias confabulaciones. Hay otros más conocidos como la esquizofrenia u otros trastornos psicóticos».
¿Cuáles son los criterios sutiles que revelan la invención? «Cuando hay estrés postraumático siempre se produce cierta sintomatología. Si no estás entrenado en esto, es posible que hayan ciertos indicadores del engaño que no sean
detectados. Por el contrario, si posee experiencia en ello, notas cuando esa persona está preparada y ha venido con la historia aprendida desde casa. Después de transcribir la entrevista la analizamos según los criterios. Por ejemplo, la anclación en contexto es una pauta basada en el relato de una historia en su entorno que se describe con detalles sin que uno lo pida».
«Los detalles son difíciles de crear, debe haber una enorme cantidad de ellos»
¿Y si les surgen dudas a lo largo de la declaración? «La apuntamos. Asimismo al visionar la declaración y transcribirla pueden aparecer más incertidumbres. Entonces citamos de nuevo al individuo, con un margen mínimo siete días, y le pedimos que vuelva a contar todo por segunda. En este punto pretendemos encontrar incongruencias, entre ambas declaraciones realizadas libremente por la persona. El sujeto puede decir: ‘¡Ay! La otra vez te dije que esto había sido en verano pero luego me acordé que era invierno porque recuerdo que iba con una chaqueta muy abrigada’, esto también es importante ya que son detalles de momentos que normalmente uno ha vivido. Los pormenores son difíciles de crear, y debe presentarse una enorme cantidad de ellos, al igual que rasgos característicos de una agresión».
¿Cuáles son los aspectos más difíciles de analizar para localizar la invención? «Los pequeños detalles y gestos que se pierden si no se está atento o no se conoce dónde mirar. Por esa razón, los vídeos nos apoyan porque a veces estamos varias horas con los clientes. Un detalle significativo es que no los consideramos pacientes ya que no se trata de una terapia sino de una valoración. Por otro parte, saber gestionar los silencios también es vital. Cuando tienes la duda porque salen indeterminados, se debe interpretar en conjunto, puesto que la matemática solo se utiliza muy bien en las pruebas. Jamás se tiene que perder de vista toda la información como un conjunto».
¿Los métodos usados difieren según sean niños o adultos? «Por supuesto, hay distinciones en el trato, los test y las entrevistas. Los informes son iguales respecto a la estructura. Según la edad y el sexo tenemos uno u otro baremo en los instrumentos psicométricos estandarizados, en los pequeños debemos estar muy pendientes de la etapa evolutiva y el crecimiento madurativo. Mientras que las infantas desarrollan el lenguaje primero, los niños son más manipulables, y por eso manejamos el juego. Por ejemplo, para criaturas menores de seis años existen pocos instrumentos estandarizados, así que utilizamos los dibujos que representan técnicas proyectivas sin medición, y por ello, subjetivas».
«Se aprende mucho en la discusión sana gracias a las diversas perspectivas»
¿Qué enseñanza le ofrecen sus alumnos que la enriquezcan como profesional? «Al terminar los cursos siempre decimos que aprendemos bastante, ya que surgen dudas muy interesantes que no nos habíamos planteado, debido a que tampoco nos hemos topado con un cliente de esas características. O simplemente aplicando una prueba que hemos pasado veinte mil veces, encontramos cada día un elemento nuevo. Después empleamos estas enseñanzas en la práctica profesional. Personalmente, arranco los seminarios con preguntas y finalizo con más cuestiones, aportaciones e incertidumbres en los debates, puesto que considero que ahí es donde más se instruye, sobre todo en la discusión sana gracias a las diversas perspectivas».
¿Cuáles son las conclusiones más importantes de su proyecto final de máster sobre la Implicación de los trastornos mentales en la imputabilidad penal? «La deducción más relevante fue la variación según el juez y si hay jurado popular o no. En general hay suficiente acuerdo con que hay trastornos que no tienen disputa. La imputabilidad define hasta qué grado una persona puede ser considerada culpable, o necesita más bien tratamiento porque no era capaz de razonar o de controlarse a sí misma. Algunos casos son difíciles de concretar como el estrés postraumático, es decir, la víctima revive la situación y cree que está siendo otra vez atacada. Su reacción defensiva es muy complicada de demostrar. Por tanto, concluí el problema que conlleva el estudio del nivel cognitivo de ese sujeto para entender realmente qué pasaba por su cabeza en el momento del acto, y sobre todo conseguir establecer una relación causal entre el trastorno y el delito cometido. No puede ser cleptómano, que robe, y mate a alguien, no está directamente relacionado».
¿De qué trato el estudio final que hizo para el máster en psicología general sanitaria por la ULL? «Se centró en las consecuencias psicológicas del abuso sexual infantil, una materia a la que me dedico actualmente en mi profesión. En esa revisión pude reciclar el tema de la valoración de testimonios, secuelas y la importancia de tener en cuenta que cada individuo es un mundo. La afectación de un infante dependerá de varios factores: su personalidad, el apoyo familiar que reciba y las características del abuso (tipo, duración e intensidad), principalmente. Hay que tener presente estos aspectos para hacer una recomendación de cara a un tratamiento futuro con el fin de evitar el menoscabo psíquico en el menor».
¿Ha realizado alguna investigación aparte de las revisiones? «No porque la guardo para el doctorado. En este instante me interesa reciclarme, y con los repasos lo estoy logrado. Voy explorando los estudios que se han hecho con muestras grandes y representativas de distintos países y continentes. Conocer las diferencias culturales es enriquecedor puesto que somos un país con bastante movimiento migratorio. Por tanto, siempre aprendo elementos interesantes para poner en práctica».
«Somos una de las comunidades con mayores agresores sexuales condenados»
Respecto a su artículo en El Día sobre Las estadísticas no mienten de 2014, ¿considera que en la sociedad sigue existiendo ese maltrato infantil? «Sí. Me solicitaron este artículo sobre el agravio intrafamiliar debido a la publicación de las cifras de los teléfonos de Ayuda a Niños y Adolescentes, del Adulto y la Familia y el de Niños Desaparecidos de la Fundación ANAR. La cantidad era bastante alarmante. Los profesionales creemos que ahora se sabe más y no es porque que haya un incremento de los casos».
¿De dónde se obtienen los datos sobre el abuso sexual infantil? «Los números se consiguen mediante las denuncias, servicios sociales, fiscalías de menores o asociaciones. No obstante, para nosotros esto es la punta de un iceberg porque sabemos que debajo existen muchos casos que no son puestos en conocimiento debido a que el niño no es consciente de que está siendo victimizado, puesto que el atacante resulta de su entorno, o simplemente se siente culpable. El Consejo de Europa en 2014, estimó que entre 70 y un 85 % de los casos en nuestro continente, se producen por personas integradas en la vida de los niños y el infante confía en ellas. El asunto es bastante grave. Otras veces tampoco se acusa ya que la parentela no sabe cómo actuar por diversas razones: el qué dirán, no desean más problemas o bajos recursos económicos».
¿Cómo es la situación en Canarias? «Save the Children (2017) reveló que en 2016 el número de denuncias por abuso sexual infantil (ASI) en España aumentó un 15,8 % (4056 en total, unas 10 al día). En Canarias en concreto, se estima que, entre 2012 y 2015, hubo una media de 22,5 casos judiciales de ASI por cada 100 000 niños, situándola a la cabeza de las comunidades autónomas y muy por encima de la media nacional (12,1), entrando un promedio de 93,2 casos al año en los juzgados de instrucción en 2013. En Canarias sería interesante plantear, para un futuro, un estudio de investigación en el que se analice el perfil de esos niños».