Josep Manel Barbero, trabajador social y profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universitat de Girona, impartió la charla: Las relaciones de Trabajo Social. Elementos de una epistemología de la implicación, con motivo de la celebración del Día Mundial del Trabajo Social. Esta ponencia cerró la jornada que tuvo lugar ayer, 21 de marzo, a las 17.00 horas en la Sala Tomás y Valiente de la Facultad de Ciencias Políticas, Sociales y de la Comunicación. El trabajador social habló sobre diversos aspectos y de cómo la profesión se debe entender como una serie de comunicaciones, ya que ahí se inscribe el conocimiento.
Según expuso Barbero, el mundo del Trabajo Social es el conjunto de los vínculos del individuo, por tanto, la evolución del mismo viene de la mejoría de estos. Para ilustrarlos, puso como ejemplo la indigencia. “La mayor pobreza es aquella en la que ya no tienes trato con el resto, como les pasa a las personas sin techo”. Además, el ponente afirmó que dichas relaciones deberían ser el reflejo de la sociedad que se desea. De esta forma, explicó que tener buenos contactos da lugar a oportunidades, y estas significan tener la posibilidad de intervenir en el entorno y modificarlo. “Cuando son malos, todo aparece como un obstáculo”, recalcó.
Por otro lado, el docente trató el entorno en el que se establecen. Barbero expresó que dentro del sector en el que trabaja, se tiene que conocer e intervenir en todas las situaciones de interacción que surjan. Para ello, es esencial tener constancia del contexto que envuelve la problemática. «Para una persona con discapacidades el ambiente tiene una importancia esencial, sobre todo, para que supere sus dificultades, ya que sus diferencias pueden ser motivo de marginación”, admitió. Así, propuso convertir aquello que nos rodea en un recurso.
«El principal reto del trabajo social es conformar y sostener grupos en torno a proyectos de desarrollo para modificar así una situación social»
Asimismo, añadió: “Miramos sobre aquello en lo que podemos intervenir”. Esta afirmación se basó en que el profesional que mira, ve en mayor o menor cantidad dependiendo de cual sea su formación. «Si una persona es muy experta en trabajo social de caso o personal, pero desconoce los de grupos o comunitario, su mirada sobre la situación acentuará lo que le permite intervenir. Sin embargo, descartará los elementos que le posibilitan actuar desde otro tipo de metodología», relató.
Barbero declaró que el trabajo comunitario es una práctica organizativa más dentro del mundo social y, en esta línea, reseñó que tiene que constituir un repertorio de conocimientos potente que ayude a otros ámbitos como la política, el sindicalismo, los movimientos sociales, etc. Por otro lado, el profesor aseguró que el principal reto de este es conformar y sostener grupos en torno a proyectos de desarrollo y modificar así una situación social.
«No podemos quejarnos de las instituciones porque forman parte de estas organizaciones y, por tanto, de los sistemas de interacción. Si queremos cambiar cosas, tenemos que organizarnos y construir una palabra común”, concluyó.