Si en algún momento me hacen una entrevista y me preguntan si vi jugar a Ronaldinho al fútbol responderé lo siguiente: “La verdad es que no, pero sí te puedo decir que vi a seis igual de buenos que él en la petanca y eran de Málaga”. Todo esto con un buen traje a medida y un saber estar que trato de mejorar cada día. Y los que quieran preguntar, ¿cómo mejora esa cualidad? Les responderé: «Lo primero, trátenme de tú. Y lo segundo, fácil, leyendo GQ diariamente y ULL Hunter cada miércoles».
Seis jubilados que lanzaban las bolas con una fuerza y precisión, que yo no tendría en años, me hablaban con el mismo ánimo y júbilo que caracteriza a mi querida madre. Uno de ellos, bastante simpático, me preguntó: “Allí en el Archipiélago está la bola canaria, ¿no?”. Y yo le dije: “Sí, aunque somos más brutos porque las bolas son mayores”. Rápidamente con la mirada fija y una sonrisa me respondió: “Da igual el peso de la bola porque ambos juegos son un arte”. Más de una hora me quedé allí sacando fotos y viéndoles jugar. Era espectacular, no les exagero si les digo que me relajaba y tranquilizaba el verles.
«Estudio Periodismo porque me encanta hablar pero, poco a poco, estoy dándome cuenta de que escuchar es mucho más importante»
Un aro, un boliche, un par de bolas cada jugador y un imán para no tener que agacharse a recogerlas. No hace falta mucho y, si tienes tiempo, merece la pena intentarlo. Al principio, puede parecer sencillo pero cuando te das cuenta de la infinidad de estrategias de juego que existen, cuidado. Uno de ellos lanzaba la bola de una forma única y peculiar frente al resto. Bombeaba su petanca que, mientras caía, dibujaba un arco hasta que caía fuertemente contra el suelo. Algunos trataban de acercar su bola lo máximo posible al boliche mientras que otros, más ingenuos, hacían que chocaran con las demás para que salieran disparadas contra el muro.
Estudio Periodismo porque me encanta hablar pero, poco a poco, estoy dándome cuenta de que escuchar es mucho más importante no solo en el periodismo sino en la vida en general. Gracias a Dale Carneige y su libro empresarial How to Win Friends and Influence People lo entendí hace mucho. Él expresó la idea de que un buen empresario sabe que a las personas les gusta hablar de sí mismas y es que el hacerlo les hace sentir importantes. No sabía sus nombres pero ellos me hablaron de la expansión de este deporte y lo mucho que está creciendo en Europa (en París 2024 será olímpico). Un no parar, uno me habló durante treinta minutos mientras yo sacaba fotos y le miraba, de vez en cuando, asintiendo con la cabeza sonriendo. Me enteré de todo y, sin decir una palabra, me quiso meter en un grupo de Wasap.
Vivían y respiraban la petanca ante la presencia de un sol que caía de una forma bella, fina y elegante. ¡Madre mía! Esa instantánea que guardaré por siempre. Esa estrella que desaparecía al paso de los segundos y marcaba el fin de una jornada lúdica más de esos cracks. Hay personas maravillosas en este mundo solo hay que abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor. Probablemente así, nos enamoremos de todo lo que nos rodea. Soy afortunado al ser de los pocos que podrá decir: “Yo vi jugar a los hombres de la petanca”.