La conquista del Archipiélago en el siglo XV provocó su adaptación al mundo europeo. 600 años después, la historia canaria sigue sufriendo las consecuencias. Un proyecto del Grupo de Conservación de Plantas y Biogeografía de la ULL examina las repercusiones de los herbívoros activos reasentados en el paisaje vegetal de las Islas. El doctor Marcelino del Arco Aguilar, miembro del equipo investigador, asegura que los animales introducidos en Canarias, como el conejo o el arruí, “ejercen un papel decisivo sobre la composición florística y dinámica de las plantas en el territorio, influyendo negativamente”.
Concretamente, estas exploraciones se han llevado a cabo en La Palma y Tenerife. La práctica de análisis diversos y multivariables ha revelado una profunda transformación en la vegetación de Las Cañadas del Teide. El consumo alimentario de los conejos ha disminuido la abundancia de especies endémicas y estructurales, como la Retama del Teide (Spartocytisus supranubius), de la que se observa una notable escasez de individuos juveniles. Esta alteración en la pirámide poblacional provoca un gran aumento de mortandad de la planta debido a la falta de regeneración adecuada. Sin embargo, este daño favorece la expansión de otras vegetaciones, como el Rosalito de cumbre (Pterocephalus lasiospermus), que resulta menos apetitosa para los animales.
El cambio paisajístico desde épocas anteriores a la colonización de las Islas hasta la actualidad es patente. El doctor Del Arco Aguilar explica cómo las investigaciones han demostrado que las áreas cercadas a las que no pueden acceder los herbívoros conservan su evolución natural. Por el contrario, las zonas en las que pueden transitar ven distorsionado su desarrollo biológico, lo que pone en riesgo la existencia de especies históricas de Canarias.