Es la primera vez que una selección gana los siete partidos disputados. Foto: PULL

Reyes de Europa

Opinión

La Selección Española ha hecho historia en la Eurocopa 2024. El equipo, dirigido por Luis de la Fuente, un estratega con la sabiduría de un ajedrecista, se lanzó al campo desde el primer momento con la promesa de hacer un jaque mate y ganar esta competición. Los jugadores, cada uno una pieza decisiva del tablero, son los artífices de un estilo inconfundible que entrelaza la creatividad y la precisión. Y un torneo, que encendió pasiones y revivió el espíritu de La Roja. Qué desenmascaró talentos. Que cumplió sueños de muchos deportistas. Y que enseñó que con dedicación, esfuerzo y deportividad, también se pude ser favorita.

La travesía comenzó en el famoso grupo de la muerte, donde España se encontró frente a rivales de peso como Italia, Croacia y Albania. En el primer encuentro, la Selección se vio las caras contra los croatas, conocidos por su resistencia y calidad técnica. Un partido donde los españoles demostraron una gran superioridad, mientras que Croacia dejaba percibir su mal momento. Con un resultado de tres a cero, Morata, Fabián Ruíz y Carvajal fueron autores de los tantos. También admirábamos a un Lamine Yamal impecable, que con tan solo dieciséis años, se convertía en el jugador más joven en debutar en una competición de tal calibre.

En el segundo enfrentamiento contra Italia, el estadio tembló con la expectación del duelo que da lugar a un clásico del fútbol europeo. Los italianos, con su habitual defensa firme, no fueron rivales fáciles. Sin embargo, un error de Calafiori haría que España se hiciera con la victoria. El último encuentro fue contra Albania. En el papel, un rival más accesible, pero en el terreno de juego, la sorpresa y el desafío estuvieron presentes. España cambiaba su alineación titular, dandole así la oportunidad a los suplentes de brillar. El gol de Ferran Torres hizo realidad el liderazgo en el grupo y la clasificación a la siguiente fase. La Roja estaba lista para retos mayores.

En octavos de final, España se enfrentó a una Georgia que, si bien no contaba con el mismo prestigio que otras selecciones o con grandes nombres, había mostrado un fútbol valiente y sin complejos. Sobre todo su guardameta, Mamardashvili, que fue un salvavidas para el equipo con el récord de veintiún paradas en la fase de grupos y doce en un único partido de Eurocopa. El gol en propia de Le Normand hacia que se adelantaran en el marcador. El tanto de Rodri Hernández antes de terminar la primera parte y los goles de Fabián Ruiz, Nico Williams y Dani Olmo sentenciaron un cuatro a uno.

«España ha demostrado una vez más su capacidad para superar cualquier desafío»


El coloso del fútbol mundial llamó a nuestra puerta en cuartos. La prensa internacional pronosticaba una victoria alemana, recordando las hazañas pasadas y la solidez de su equipo. Pero La Roja no se rendiría tan fácilmente. El partido fue un choque de titanes, con momentos de tensión y destellos de calidad. España sorprendió con una defensa sólida y transiciones rápidas que desarticularon a los alemanes. El marcador permanecía intacto hasta el minuto 51, donde Dani Olmo encontraba un hueco en la defensa alemana gracias a un pase milimétrico de Yamal. España había golpeado primero, pero el trabajo estaba lejos de completarse.

Los alemanes intensificaron su presión. Cada ataque parecía más peligroso que el anterior, y la defensa española, liderada por un imperial Carvajal, resistía con todo su esfuerzo. Pero en el minuto 89, Florian Wirtz igualó el marcador. La prórroga era una realidad. El cansancio comenzaba a notarse. Fue un duelo de voluntades y resistencia. Parecía que el destino del partido se decidiría en la tanda de penaltis. Entonces, ocurrió lo impensable. En un último esfuerzo, España ganó un córner. Dani Olmo se dirigió al banderín sabiendo que esta podría ser la última oportunidad. En el área surgió la figura de Mikel Merino que conectó un cabezazo perfecto. El milagro hizo recordar al icónico gol de Puyol en la semifinal del Mundial 2010. Dos cabezazos legendarios que entran de lleno en la historia del fútbol español.

España había demostrado una vez más su capacidad para superar cualquier desafío. La semifinal contra Francia esperaba. Apenas transcurridos nueve minutos, Kolo Muani se escabulló entre la defensa española y, con un remate certero, los adelantó en el marcador. Aún quedaba mucho partido por delante. En el minuto 21, Lamine Yamal, el adolescente prodigio que había capturado la imaginación de toda la gente, con una destreza impresionante, lanzó un disparo imparable a la escuadra. El gol fue una obra de arte que, además de igualar el marcador, lo convertía en el jugador más joven en anotar en una Eurocopa de Naciones. Apenas cuatro minutos después, Dani Olmo remontaba el partido. El sueño estaba más cerca que nunca.

«Un triunfo tanto en el deporte como en la unión y la diversidad»


Ayer domingo, 14 de julio, disputaron la gran final contra Inglaterra. Una batalla por conseguir el título que los acreditaría como Reyes de Europa. Los primeros 45 minutos fueron una demostración de tácticas y estrategias. España, con su característico toque y posesión, trataba de imponer su estilo, mientras que Inglaterra respondía con una defensa sólida. Con el inicio del segundo tiempo, una jugada brillante de La Roja culminó en gol de Nico Williams. Sin embargo, en el minuto 73, el joven talento inglés, Cole Palmer, encontró el espacio necesario para igualar el marcador. La prórroga comenzaba a hacerse presente. Pero España no estaba dispuesta a dejar su destino en manos del azar. En el minuto 86, Cucurella envió un pase preciso al corazón del área. Oyarzabal, en su especialidad como rematador de un toque, metía el esférico en la portería.

La euforia se desató en toda España. Con abrazos y lágrimas de alegría, La Roja se coronaba como campeón de Europa. La copa se alzó hacia el cielo de Berlín. Al ritmo de Mi gran noche en el campo y Potra Salvaje en el vestuario España había conquistado el continente por cuarta vez. Si brindamos por este triunfo, tendríamos que introducir en una coctelera la veteranía, la juventud, un entrenador que conocía perfectamente el futbol base desde hace años, la convivencia de diversas culturas y la garra de estos jugadores. Esta mezcla daría como resultado generaciones y herencias diferentes, unidas por un solo objetivo, simbolizando un triunfo tanto en el deporte como en la unión y la diversidad.

Estudiante de tercero de Periodismo en la ULL. Amante del fútbol y los sucesos. "Para escribir solo hay que tener algo que decir" ;)

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