Un equipo investigador de las universidades de Burgos, La Laguna, Valencia, Alicante, Complutense de Madrid y el Instituto de Geociencias ha logrado determinar con gran precisión el tiempo mínimo transcurrido entre varios fuegos neandertales en el yacimiento de El Salt en Alcoy, Valencia. La investigación está publicada en la revista Nature. Aborda uno de los grandes desafíos de la arqueología prehistórica que es la escala temporal en la que se realizaron actividades humanas en el paleolítico. Al avance ha sido posible gracias al estudio de los fuegos u hogares y sus restos arqueológicos asociados. Se ha utilizado una metodología novedosa que combina el análisis arqueomagnéticos y arqueoestratigráficos.
De la Universidad de La Laguna firman el artículo Bertila Galván, Cristo Hernández y Carolina Mallol. El estudio se ha desarrollado durante casi diez años. Analiza una secuencia de seis hogares procedentes de una misma unidad arqueológica de unos 52 000 años de antigüedad. El abrigo de El Salt es un yacimiento neandertal conocido por los numerosos hogares documentados en un buen estado de conservación. Estos pueden aparecer sobre una misma superficie o separados por centímetros de sedimento. Se asocian a numerosos restos de utensilios de piedra, fragmentos de hueso y carbón derivados de distintos episodios de actividad humana.
Arqueoestratografía
Hasta ahora, el orden y tiempo transcurrido entre este tipo de conjuntos de hogares y restos de actividad era una incógnita que dificultada el estudio de las sociedades prehistóricas. El estudio determina que, al 99 % de probabilidad, transcurrieron como mínimo unos 200 o 240 años entre la realización del primer hogar y del último. Con diferencias de al menos dos o tres décadas entre ellos. Es una resolución sin precedentes en la arqueología paleolítica y que modifica de gran forma las concepciones previas sobre la frecuencia de las ocupaciones humanas en las sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas.
Durante todo este tiempo, las técnicas de datación disponibles para contextos tan antiguos como la unidad X de El Salt tienen incertidumbres temporales muy altas. Esto se debe a que no es posible aplicar la datación de carbono 14 a materiales más antiguos de cincuenta mil años. Gracias a estudios de arqueoestratografía se infirió la posición estratigráfica relativa en la que se encuentran los hogares y sus restos asociados, es decir, lo qué es anterior y lo qué es posterior, seriando la secuencia de los fuegos. La gran cantidad de restos arqueológicos de estos contextos, la topografía irregular del sustrato y los complejos procesos de formación y alteración implicados dificultan mucho aislar las ocupaciones neandertales. Esto requiere de un proceso de excavación y registro del material arqueológico muy minucioso, donde cada resto y cada facies sedimentaria es coordinada tridimensionalmente y relacionada entre sí.
Una vez entendido el orden estratigráfico de los fuegos, se cuantificó el tiempo mínimo transcurrido entre sus quemas y este es el principal aporte metodológico del estudio. Para ello, recurrieron al arqueomagnetismo, una disciplina geofísica que estudia el registro de la dirección o intensidad del campo magnético terrestre (CMT) en materiales arqueológicos quemados. Se utiliza como una técnica de datación para un rango temporal de aplicación que no supera los últimos cuatro mil años. En este caso, se habla de cronologías mucho más antiguas lo que deriva en un enfoque diferente.
Los hogares neandertales son potenciales registros de la dirección del campo magnético terrestre en el momento en el que se enfriaron por última vez. Para que el registro de la dirección sea fiable, el material debe estar bien quemado y preservar su posición original. No todos los material que se han quemado funcionan bien para el arqueomagnetismo y fuegos tan antiguos como estos. Por ello, el trabajo realizado a lo largo de los años implica el análisis de cientos de muestras y la recreación experimental de hogares en el entorno del yacimiento que simularan las condiciones de los fuegos paleolíticos. El objetivo era comprender su comportamiento y analizar qué partes eran más idóneas para análisis arqueomagnéticos.
Conclusiones
El método utilizado no brinda un máximo de años, pero sí un mínimo. Los resultados obtenidos en la unidad X de El Salt contienen implicaciones importantes e inesperadas. Los hogares, distribuidos en unos pocos centímetros de espesor de sedimento y algunos de ellos en la misma superficie, representan al menos dos siglos. El descubrimiento pone en tela de juicio una práctica arqueológica habitual de estudiar los materiales como si formaran parte de un único grupo cultural o un periodo de vida humana. Insta a quienes investigan a reconsiderar su enfoque.
El tiempo mínimo de formación de la secuencia de fuegos implica que los grupos humanos que los realizaron forman parte de varias generaciones. «Hablamos quizá de individuos que, incluso, nunca llegaron a conocerse», se apunta en el artículo.
La metodología usada es aplicable también a cualquier otro período que tenga estructuras de combustión bien preservadas.