La Casa de la Miel de Tenerife es la única en todo el archipiélago. Foto: C. Delgado.

Mil colores, mil sabores

Sociedad

«Mil colores, mil sabores…» es el lema de la Casa de la Miel de Tenerife situada en el municipio norteño de El Sauzal, una iniciativa del Cabildo Insular para proteger y desarrollar la labor apícola. Comenzó en 1996, aunque se abrió al público dos años después. Es un proyecto singular en contacto directo con el sector. Con la formación, prestación de servicios y otras actividades pretende apoyar a quienes se dedican a este sector en la Isla. Además, buscan asegurar la viabilidad de esta antigua práctica del medio rural tinerfeño.

Las mieles cuentan con Denominación de Origen Protegida (DOP) desde el año 2014. La presencia de la contraetiqueta en los envases asegura que ha sido producida en la Isla y ha superado unos estrictos controles fisicoquímicos. Esto es garantía de procedencia y calidad.

La DOP protege la calidad de este alimento, que se caracterizan por su gran diversidad, fruto de la naturaleza del entorno. Podemos encontrar multiflorales y monoflorales en las que se constatan en mayor medida sus características propias: miel de Ágave, de Aguacate, de Barrilla o de Brezal, entre otras.

Apoyo a la apicultura


Desde su creación, proporcionan asesoramiento técnico y una serie de servicios y actividades para prestar apoyo y fomentar el progreso del sector. Del mismo modo, esta práctica supone una parte del patrimonio etnográfico y cultural de esta tierra que es fundamental conservar.

Centro de visitantes de la Casa de la Miel. Foto: C. Delgado

La labor de investigación y clasificación de las características de las mieles de Tenerife es fundamental para establecer aquellas prácticas apícolas que combinan el incremento de la productividad con la mejor calidad y la conservación de sus propiedades. En este proyecto realizan todos sus procesos con los medios de la moderna tecnología alimentaria, de manera que ninguna práctica aplicada altere las cualidades naturales de este elemento.

Recepción y envasado


Zoa Hernández, veterinaria y técnica de la Casa de la Miel, detalla el proceso que se sigue desde que llega al centro hasta que sale ya envasada y etiquetada: «El Cabildo subvencionó maquinaria para que quienes se dediquen a la apicultura puedan extraerla de los panales en locales condicionados y controlados dentro de la denominación de origen. Luego la traen en cubos de uso alimentario específicos para este producto y el personal de aquí se encarga de analizarla».

Asimismo, Ana Belén Hernández, responsable de envasado, afirma que «para ser enfrascada, debe pasar primero un control de calidad en el que se mide la cantidad de humedad y de hidroximetilfurfural (compuesto orgánico) que posee». Además, aclara que, tras un dictamen polínico y un análisis sensorial, se puede saber tanto de dónde extrajo la abeja el polen como el nombre que recibe, es decir, si se trata de una monofloral o multifloral.

El decantador o madurador es una herramienta que se encarga, mediante sus bocas, de dosificar la cantidad que requiere cada bote. En general, trabajan con envases de 450, 300 y 150 gramos.

Zoa Hernández, más de veinte años en la Casa de la Miel. Foto: C. Delgado

«Lo elaborado se distribuye alrededor de la Isla»


Las producciones que maneja la instalación son pequeñas y más aún con la sequía que afecta al país en estos últimos meses. «Lo elaborado se distribuye alrededor de la Isla, suele ir a mercadillos, aunque también va a comercios más selectos porque trabajamos con denominación de origen protegida», señala.

Lugares como Tacoronte y La Orotava en el norte o Guía de Isora y Arico en el sur, son los principales municipios que proporcionan la materia prima, y es que la orografía y el relieve hacen que cohabiten distintos microclimas a pocos kilómetros de distancia.

La parte norte se ve influenciada por los vientos alisios que, junto a sus escarpadas montañas, producen el conocido «mar de nubes». Este fenómeno propicia un paisaje húmedo y verde. En cambio, la zona sur destaca por tener un ambiente más árido y seco.

Este llamativo clima, más el suelo volcánico que caracteriza al Archipiélago, hace que prolifere una diversidad de flora incomparable a otras partes de la Tierra. La singularidad del ecosistema, la función de las abejas y la profesionalidad de las personas apícolas permite obtener un alimento único.

«Lo que más ha subido es el vidrio, que cuesta casi el doble de su valor»


La calidad de la miel con Denominación de Origen Protegida de Tenerife es muy diferente a las del exterior, a no ser que sea de alguna otra isla, que ahí sí mantiene ciertos matices similares a las locales. Sin embargo, la escasa producción a causa de las inclemencias climáticas provoca que la demanda se cubra con importaciones, ya sea de la Península o de países extranjeros.

La inflación de los precios es otro hándicap en el rendimiento de este establecimiento. Hernández señala: «Lo que más ha afectado es la sequía, que ha supuesto el aumento del precio de la comida para las abejas. En la parte del envasado lo que más ha subido es el vidrio, que cuesta casi el doble de su valor».

Los envases que utilizan vienen precintados, con una fecha de consumo preferente, número de lote y de registro. Pero, ¿es este lugar el único que envasa mieles con Denominación de Origen Protegida? Pues bien, «en la Isla existen más instalaciones de este tipo, en concreto seis o siete», destaca Hernández. Aunque ninguna de ellas trabaja con tanta cantidad de alimento. «Somos el principal envasador dentro de esta categoría», concluye.

Trabajan con trece mieles monoflorales y una multifloral. Foto: C. Delgado.

Apitén


La Asociación de Apicultores de Tenerife (Apitén) se formó en 1991 por un escaso grupo de apícolas con el fin de congregar al sector abejero de la Isla y apoyar la evolución en todos los ámbitos de esta profesión.

La apicultura siempre ha tenido un papel importante en la producción y alimentación de la población canaria. En la actualidad, Pablo José Pestano, presidente de Apitén y abejero, asegura que «en Tenerife cada colmena aporta unos quince kilos de miel. En total hay unas 18 000, por lo que estamos hablando de 220 toneladas de miel aproximadamente».

A pesar de estas cantidades, el cambio climático merma la obtención de este producto. «Ahora nos encontramos que en épocas de calor aparecen especies que no son propias de ese tiempo, lo que lleva a que el ciclo de las abejas no esté sincronizado con el de la flora y se dificulte su labor», concluye Pestano.

 

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