Los teléfonos móviles afectan al rendimiento y concentración de los jóvenes. Foto: Amanda D.

FOMO, la necesidad de estar en línea

Opinión

Los teléfonos móviles y las tecnologías ya forman parte de nuestra rutina. El término FOMO (miedo a perderse algo), tan popularizado entre la juventud, hace referencia a esa necesidad de estar en la red. De mantenernos en línea, disponibles a cualquier nuevo estímulo. En un inicio, la utilización de los dispositivos dentro del espacio educativo estaba totalmente prohibido, hoy en día son más los centros que deciden implantarlos como método de enseñanza innovador pero, después de tantos años hay dudas acerca de sus beneficios.

Su utilización dentro de las escuelas e institutos sin ningún tipo de control provoca distracciones, afecta a la concentración y al rendimiento académico del alumnado. El tema se discute ya en asambleas del Gobierno, donde Pilar Alegría, ministra de Educación, propone restringir su uso. Pretende implantar limitaciones más duras para primaria y más leves para secundaria en función de cada centro y proyecto. Según el informe de Tecnología y menores en España, realizado por el equipo de trabajo del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, el porcentaje de menores que usan Internet se redujo en 2022 una vez superada la fase más aguda de la pandemia, pero aumenta el de quienes tienen un móvil. Un dato que por sí mismo es alarmante.

«El alumnado puede tardar hasta veinte minutos en recuperar la concentración» 

Detrás de las muchas ventajas, también hay una serie de riesgos que no se deben pasar por alto. Ciberacoso, amenazas, falta de concentración, adicción, difamaciones e impactos en la salud mental, son solo algunas de las desventajas de hacer un mal uso de este instrumento. La consecuencias de tener acceso libre y total a plataformas que, a pesar de estar reguladas, tienen muchos vacíos legales. El informe GEM 2023 de la Unesco afirma que después de recibir una notificación, el alumnado puede tardar hasta veinte minutos para recuperar la concentración.

La proliferación de comportamientos inapropiados con los dispositivos en las aulas ha dado lugar a diversas complicaciones, incluyendo una forma de acoso hacia los profesores mediante la grabación y difusión en redes sociales con el objetivo de ridiculizarlos. Resulta evidente que los menores de catorce años deberían utilizarlo bajo la supervisión de sus padres. A pesar de los riesgos mencionados, no se puede negar que los teléfonos móviles tienen el gran potencial de ser una herramienta educativa potente si se aprenden a utilizar de forma adecuada.

Se puede acceder a información en tiempo real y fomentan habilidades enfocadas a la red tecnológica, las cuales son esenciales en el mundo moderno. Algunos ejemplos serían aplicaciones interactivas que puedan ayudar al alumnado a entender materias complejas como las matemáticas. Programas como Duolingo que ofrecen recursos adicionales o Google Classroom que permite una mayor conexión entre el estudiantado y el profesorado. La solución no radica en la prohibición, sino en la educación y formación para fomentar su uso adecuado como herramienta de aprendizaje. Mientras todo se resuelve y se estudia cuál es la mejor opción, queda analizar y hacer reflexión propia acerca de la adicción y necesidad de estar en línea. Pues al final, el cambio está en cada individuo.

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