El Espacio de Igualdad de la Biblioteca de la Facultad de Educación acogió en la mañana de ayer viernes, 8 de marzo, una charla dedicada a la ciberviolencia y el ciberacoso con motivo del Día Internacional de la Mujer. Abel García, policía adscrito al Grupo de Asistencia a la Mujer de la Policía Local de Santa Cruz de Tenerife (Gramu), fue el encargado de protagonizar el coloquio. Además, es perito judicial y experto universitario en intervención policial en violencia de género y doméstica y aseguró que «la juventud normaliza las conductas de violencia digital».
La charla comenzó con la aclaración de este concepto. La definición comprende la conducta punible a través del uso de las nuevas tecnologías (TIC). Abel García expuso varios ejemplos como el chantaje, extorsión, vejaciones, insultos, entre otros: «Se podrán considerar delito si se realiza por medio de redes sociales, sistemas de mensajería o correo electrónico con la finalidad de discriminar, humillar, acosar o ejercer control». Además, el ponente explicó que desde el punto de vista policial se pueden diferenciar cuatro categorías dentro de esta violencia.
El primero es el ciberacoso. García lo definió como «cualquier tipo de humillación, vejación, intimidación, difamación o amenaza en la red». Otro es el sexting, conocido por usar y distribuir imágenes o vídeos de carácter sexual. El policía aclaró que no se considera este termino con alguien que te mande una foto sin que la hayas solicitado. También habló sobre el grooming, ocurre cuando un adulto establece una relación con un menor con el objetivo de conseguir contenido explícito. Y por último, el phissing que trata de «conseguir información confidencial de la víctima como puede ser su número de tarjeta bancaria o contraseñas».
El policía local recalcó que dentro de estas cuatro distinciones existen muchas ramificaciones como el Happy slapping, una práctica muy común en los institutos donde el alumnado se pelea, lo graba y sube a redes sociales. Además de la pornografía de venganza o porn revenge, donde el ponente puso el ejemplo más común: «Tener contenido sexual en el móvil de mi pareja, lo dejamos y yo envío esas imágenes, que he obtenido con consentimiento, para hacerle daño». No obstante, la conducta más denunciada es el stalking, entendido como «el acoso o acecho continuo a través de redes y cualquier tipo de aplicación».
«Si no se denuncia, no se puede perseguir»
Tras un acuerdo entre el Centro de Estudios Universitarios CEDEU y la Asociación STOP Violencia de Género se creó el Observatorio de Violencia Digital para recopilar información sobre estos sucesos. En el mes de marzo de 2023 las estadísticas muestran 127 casos, sin embargo, estos son solo las denuncias. García explicó que el primer problema con la realidad de estos datos es que estas conductas no suelen ser demandadas y adviertió que «si no se denuncia, no se puede iniciar un procedimiento a no ser que seas menor o incapaz».
Debido a este registro se puede conocer que los principales canales por los que se cometen estas acciones son WhatsApp e Instagram y en menor cantidad Facebook y páginas web. De igual manera, recoge como el 75 % de las denuncias fueron llevadas a cabo por mujeres, frente al 25 % restante iniciadas por hombres. El dato sorprendente reside en los grupos de edad. El conjunto que comprende las edades entre veinticinco a treinta y 45 a 60 se encuentran empatadas con un 33 %, mientras que el grupo de dieciocho a veinticuatro ostenta el menor porcentaje, un 16 %. «Este conjunto no lo percibe como un acto punible, normalizan y aceptan esas conductas y las banalizan», contó. De ahí que no se lleven a comisaría.
Algunos de los efectos que puede conllevar ser víctima de violencia digital incluyen miedo a la vida social, depresión, tensión, angustia, abandono del uso de redes, frustración y sensación constante de vigilancia. El ponente expuso un caso real en el que la víctima se vio obligada a marcharse y residir en la Península: «De estas siete cuestiones, presentaba seis por lo menos. Incluso iba constantemente por vía pública mirando hacia atrás pensando que su agresor podía estar vigilándola».
Para finalizar, Abel García expuso el Canal Prioritario, creado por la Agencia Española de Protección de Datos para dar una respuesta a aquellas víctimas de violencia digital: «Sirve para solicitar la retirada de cualquier contenido sexual, pornográfico o humillante de las webs en las que se encuentra». El discurso más repetido y señalado a lo largo de la charla reside en la relevancia de la denuncia, ya que sin ella no se puede perseguir al culpable ni el delito.
Muchas de las personas que asistieron reconocieron haber sido víctimas de algún tipo de violencia digital y admitieron desconocer la gravedad de los hechos. De esta forma, le dieron la razón al ponente: es mucha gente, tanto culpable como afectada que ignora que se tratan de conductas ilícitas con delitos penales.