Canarias vive del turismo, o eso es lo que se suele decir. Desde la aparición del turismo de masas y la creación de un modelo que respondiera a esa demanda, la actividad económica del Archipiélago se ha basado prácticamente en su totalidad, ya sea de manera directa o indirecta, en el sector turístico. Canarias ha tenido desde su conquista en el siglo XV un sistema económico basado en las modas de la época, ya fuera la caña de azúcar, el vino o la cochinilla, pero ninguna logró generar un impacto tan grande a nivel económico, demográfico o territorial como ha sido el caso del turismo.
Por desgracia, y aunque ya se veía venir desde hace años, ha sido recientemente cuándo hemos podido conocer algunas de sus consecuencias. Tras la pandemia y la desaceleración económica que se vivió en las Islas, Canarias ha vuelto a tener unas cifras de visitantes similares, alrededor de unos quince millones en el 2022.
La presión que supone tal cantidad de turistas sobre un territorio de apenas 7500 kilómetros cuadrados y con graves problemas de sobrepoblación en las Islas capitalinas no debería ser ignorado por las administraciones públicas. Sin embargo, han sido en gran parte estas mismas las que han dejado que esta situación se convierta en una espiral de la que difícilmente se podría salir con unas pocas medidas.
Tras la erupción del volcán Tajogaite en la isla de La Palma, varias familias perdieron sus viviendas tras quedar sepultadas bajo la lava. Gran parte de estas no han recibido ayudas o han tenido que alojarse en las nuevas viviendas modulares, que no son más que contenedores, y han provocado la indignación de gran parte de los afectados.
“Esta actividad económica representa la continuación de los modelos económicos coloniales instaurados tras la Conquista”
Sin embargo, recientemente el Cabildo de La Palma aprobó de manera unánime la declaración de interés insular de la construcción de un gran complejo turístico en la localidad de Breña Alta. Este ecoresort de más de un millón de metros cuadrados tendrá una capacidad de unas 1400 camas. El complejo se construirá cerca de una zona protegida por su fauna endémica, además de la creación de varias pistas de golf que necesitan de un gran abastecimiento de agua, un bien que es cada vez más escaso en las islas. Tal vez, debería convertirse en una materia de interés insular la construcción de viviendas dignas para los afectados por el volcán y es responsabilidad de las administraciones públicas que esto suceda.
En cuanto a la materia del agua, recientemente Fuerteventura ha sufrido cortes del suministro de agua que ha afectado a gran parte de la población. El Cabildo declaró una situación de emergencia hídrica, algo que ya ha ocurrido con anterioridad en otras islas.
Sin embargo, los riegos de los campos de golf y jardines de los hoteles, algunos situados en las zonas más áridas de la Isla, no han cesado y existen proyectos de nuevos y extensos complejos hoteleros que solo van a incrementar los problemas existentes en Fuerteventura. También es responsabilidad de las administraciones públicas que esto suceda.
«No debemos caer en mensajes de xenofobia y echar la culpa a quienes nos visitan, sino a las administraciones que lo consienten»
Hablando sobre la situación de Fuerteventura, existen dos hoteles pertenecientes a la cadena RIU que, desde los años setenta se encuentran en el terreno protegido del espacio natural de las Dunas de Corralejo, además de encontrarse dentro del Dominio Público Marítimo Terrestre gracias a una concesión que se le dio en aquel momento.
Desde el Gobierno de España se ha propuesto retirar esta concesión pero, tras el traspaso de las competencias en materia de costas a la Administración autonómica, el Gobierno de Canarias se ha mostrado más reacio a la demolición y en su lugar están dispuestos a negociar las condiciones con la Cadena Hotelera. La restauración ambiental de las Dunas de Corralejo también es responsabilidad de las administraciones públicas.
La gran mayoría de los problemas que se han producido en Canarias no tienen otro responsable que las administraciones locales. Es por este mismo motivo que no debemos caer en mensajes de xenofobia y echar la culpa al turismo. Canarias no vive del turismo, sino que este modelo turístico se sustenta de nuestro territorio y de la complacencia del poder político. Mientras esto siga siendo así, la responsabilidad no dejará de recaer en las administraciones públicas.