La ULL, con motivo del cuarto Coloquio Neurocog, amparó este jueves día 18 de mayo la ponencia de la profesora María José Rodrigo, bajo el título Insensibilidad neural ante las caras de llanto: un nexo común entre las niñas maltratadas y las madres negligentes. La investigadora, que en anteriores ocasiones ha divulgado su conocimiento a los alumnos, explicó en él el problema que muchas madres suponen para sus hijos. Al mismo tiempo, el evento estuvo impulsado por el Instituto Universitario de Neurociencia junto con el grado de Psicología.
La negligencia materna la definió como «un escenario de estudio privilegiado para establecer un posible nexo neural que medie en la transmisión de emociones ante el llanto». Añadió que “el 70 % de los casos de maltrato es debido a una negligencia”. Esta traba es la forma más prevalente y estable, llegando a índices «del 79,5 % en casos de maltrato infantil en Estados Unidos y Europa», frente a abusos sexuales y psicológicos.
El cuidado de los más pequeños condiciona su actitud siendo adultos
En este contexto, los adultos con maltrato infantil presentan alteraciones en el procesamiento de caras emotivas. La docente e investigadora señaló la causa en las respuestas de la amígdala cerebral ante expresiones de miedo y enfado. La experta informó que «el llanto es el que señaliza las necesidades infantiles”. Incluso, en estudios realizados y analizados por ella, se percató de que «no se manifiestan estímulos en las madres negligentes ante las caras de sus hijos llorando». Ante una mayor insensibilidad neural (menor activación en regiones viso-límbicas del procesamiento de caras), subyace a su falta de atención.
Las consecuencias físicas, conductuales y clínicas por maltrato infantil provocan malnutrición, problemas atencionales o estrés postraumático. Luego, al convertirse en adultos, pueden acarrear trastornos psiquiátricos, abusos de sustancias estupefacientes, delincuencia o incapacidad laboral. En cambio, las consecuencias neurobiológicas «pueden influir en el sistema de respuesta al estrés, en el procesamiento de emociones, en la memoria episódica o incluso en funciones cognitivas superiores», expuso Rodrigo.
De igual manera, según argumentó la ponente, un acto de omisión en el cuidado parental proporcionaría problemas físicos porque «no se aporta el alimento necesario, una buena higiene», entre otros. Lo mismo pasa con la atención educativa.
Como conclusión, Rodrigo aseveró que en las madres negligentes existe una activación cerebral menor ante caras de llanto. Una de sus preocupaciones radica en que «las madres maltratadas tienen más posibilidades de convertirse en madres negligentes”.