Alberto Hugo Rojas es un fotoperiodista de guerra que ha desarrollado y consolidado su trabajo en diferentes lugares como Siria, Palestina, Gaza, Irak o Irán. Fue en el año 2002 cuando se inició en el periodismo de guerra, en el conflicto de Israelí. En la actualidad, Rojas participa en el proyecto educativo Paz en construcción, enredados con los Derechos Humanos. A través de la exposición de sus fotografías en conflictos armados, recalca la importancia de la Declaración Universal de Derechos Humanos, sobre todo en los países en los que son violados.
¿Por qué decidió dedicarse al fotoperiodismo? «Mi padre es reportero gráfico y desde niño aprendí la profesión. Tenía curiosidad por contar historias. Siempre veía los reportajes que se hacían de las personas que iban a cubrir los conflictos bélicos. Me di cuenta de que yo quería hacer ese tipo de trabajo. Tras reunir dinero y contactos, y teniendo en cuenta la dinámica de que si tú no vas nadie te va a mandar, en el año 2002 fui al conflicto destino Palestino Israelí, mi primer trabajo como reportero hasta el día de hoy».
¿Qué le impulsó a hacer sus trabajos en zona de conflicto? «Cuando empecé a hacer este trabajo e ir a lugares como Palestina, Israel, Siria, Irak… no solo pensé en destinar mi trabajo a la publicación en los medios de comunicación como freelance. En un momento determinado, con los primeros trabajos, hice una exposición con las fotos y lo vinculé con la educación. Al final tuvo una segunda vía, la utilidad para reforzar el pensamiento crítico en el ámbito educativo».
«Es importante ser el altavoz de las personas que lo necesitan»
Tras volver de las zonas de conflictos, ¿qué es lo que más valora? «La sociedad se ha vuelto más individualista y materialista. En mi caso, lo que más valoro es la importancia de las emociones, lo que dejas en los demás y puedes llegar a hacerles sentir. Este trabajo te demuestra el significado real de la pérdida. Cuando ves morir a menores, el mensaje que te dejan las familias es siempre la manera en la que ha cambiado su vida. Lo importante no es tener y ese impacto es lo que te llevas. También la bondad de la gente en esas zonas de conflicto».
¿Qué es lo más que le gusta de su trabajo? «Lo que sale de mi esfuerzo. Hace tiempo que mis fotografías no son mías, pertenecen a muchas personas. A veces miro el trabajo que realizo y no me creo haberlo hecho. No soy más importante que esas historias. Lo verdaderamente importante es ser el altavoz de las personas que lo necesitan y que ese trabajo llegue al público en general».
¿Qué considera que es lo peor de trabajar en un territorio que está en guerra? «Yo tengo suerte porque yo puedo volver. He estado casi cuatro meses en Ucrania y pude regresar a casa. Dejas muchas cosas en el camino, hay una preocupación por la gente que se queda allí. Llevo veinte años trabajando en esto, son muchas las experiencias que he vivido. Me impactaba mucho el tema de la infancia. En Ucrania sentí un dolor inmenso por las personas mayores, que tienen que intentar hacer vida normal mientras escuchan bombardeos, les cortan la luz o, por la falta de comida, tienen que cargar con sacos. Lo peor es vivir el mismo terror que la población bajo el frente».
«La guerra es muy complicada. No todo el territorio lo vive de la misma manera»
¿Qué diferencia ha notado de trabajar en lugares como Irak, Siria o Palestina a trabajar en Ucrania? «Son conflictos totalmente diferentes, también lo es la manera de informar. En Oriente Medio tienen una dinámica totalmente distinta. No solo hay frentes en combate, cuentan con el factor de secuestros, terrorismo…Cada lugar te deja sensaciones distintas, pero al final son guerras completamente horribles. La gente no se puede imaginar lo terrorífico que puede ser estar bajo las bombas en Ucrania, en Gaza o en Siria».
¿Qué piensa del tratamiento que han hecho los medios en la guerra de Ucrania? «El problema viene cuando la información no se hace sobre el terreno. No se informa con datos objetivos, a veces porque no los hay. En el caso de Ucrania, dependíamos en muchos aspectos de información gubernamental. Cuando se está sobre el terreno hay un factor real. En la guerra de Ucrania están pasando cosas terribles que no se están viendo y eso solo lo saben quienes están en el lugar. La guerra es muy complicada y no todo un territorio la vive de la misma manera».
¿Por qué cree que en ocasiones no se le da tanta visibilidad a conflictos bélicos situados en Oriente Medio? «El gran problema está entre lo que es mediático y lo que no lo es. Tenemos una guerra en Mali y otra en Etiopía y no las visibilizamos. Solo empezaremos a sacarlo en los medios informativos cuando nos afecte. Nunca antes para captar la atención de la población y exigir a los Gobiernos que hagan algo antes de que estalle lo peor. Es cuando pasa algo extraordinario cuando lo visibilizamos y denunciamos».