El Campus América 2022 inauguró este lunes, 17 de octubre, el cuarto simposio internacional México vulnerabilidad social y anemia: brechas sociales e inseguridad humana, en el Salón de Grados de la Facultad de Economía, Empresa y Turismo. Esta primera conferencia coordinada por Miguel Mandujano y María José Guerra, docentes de Filosofía en la Universidad de La Laguna, contó con la intervención de investigadoras mexicanas para abordar las distintas consecuencias que las migraciones internas y la perpetuación de las desigualdades han supuesto para la infancia y las mujeres en el país.
La primera jornada comenzó con la ponencia de Genoveva Roldán, del Instituto de Investigación Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien hizo hincapié en la influencia de la pandemia por la COVID-19 al evidenciar la crisis en la que se encuentra sumergida México debido al sistema capitalista.
«La pandemia no ha golpeado un cuerpo sano, como dijo Pierre Salama. La crisis es el resultado de la humanización del planeta y su adaptación a las necesidades de las personas que poseen más riqueza que el resto. Sin embargo, la problemática ya estaba ahí», subrayó.
«Debemos seguir insistiendo en el derecho a no migrar»
El fenómeno migratorio fue otro de los asuntos en los que incidió al realizar un paralelismo entre la ruta mexicana y la canaria que analizó cuando realizó su doctorado en España coincidiendo con la crisis de los cayucos en 2006.
En este sentido, mencionó las principales causas de índole social y económicas que explican las condiciones de estos fenómenos como la exteriorización de fronteras y su militarización, los desastres naturales, la violencia y los abusos sexuales, o las relaciones de dependencia y desigualdad entre países.
«Hoy más que nunca es importante seguir insistiendo en la necesidad del derecho a no migrar. El derecho a generar en los países de origen condiciones necesarias que permitan una vida plena para que todas las personas no tengan que recurrir a desplazarse», zanjó la ponente.
Trabajo infantil y abandono escolar
Diana Correa, de la Escuela de Humanidades y Educación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) orientó su ponencia a los efectos de la pandemia en el trabajo infantil para destacar la falta de entendimiento del significado de este y la consecuente criminalización de la pobreza.
Durante su intervención, y en línea con Genoveva Roldán, la investigadora comentó la ineficacia del sistema sanitario y los estragos de la economía de mercado que el periodo pandémico evidenció en un país donde «las desigualdades crecían y eran cada vez más obvias». El incremento de la pobreza y la violencia familiar, así como la preocupante tasa de desocupación fueron los detonantes que empezaron a crear la «tormenta perfecta» para el auge del trabajo infantil.
«En 2020 se estima que 185 millones de niños y niñas fueron afectados con un grave impacto en el aprendizaje que aumentó las tasas de abandono escolar y las enfermedades de salud mental», puntualizó Correa. Asimismo, añadió que, en 2019, alrededor de 3,3 millones de menores, desde los 5 a los 17 años, trabajaron. Cifra que se incrementó a los 3,8 millones tras la pandemia, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI).
Veinte años de retroceso en materia educativa
Las mujeres que encabezaron familias monoparentales, poblaciones indígenas, migrantes y con discapacidad fueron las más afectadas durante este periodo. «Hubo una clara diferenciación donde los roles de género se volvieron más evidentes. Ellas no solo tenían una doble jornada, sino que además tuvieron que asumir el papel de cuidadoras de las personas enfermas y el seguimiento escolar», agregó.
Las principales causas que clarificaron el por qué 5,2 millones de adolescentes abandonaron las aulas y comenzaron a trabajar con el objetivo de complementar el gasto familiar fueron los contagios, la inaccesibilidad a dispositivos electrónicos o la falta de empleo de las personas sustentadoras de la familia.
«Si no vemos el problema de manera global, empezaremos a perder generaciones. Como indica Unicef, para algunos países de América Latina, la pandemia supondrá un retroceso de veinte años en materia educativa», subrayó Diana Correa, quien insistió en crear nuevas políticas o servicios de apoyo para que las personas jóvenes «puedan volver al sistema educativo de México mientras vuelve a la normalidad».
«La fuerza del trabajo migrante estuvo en los momentos críticos de la pandemia»
La tercera ponencia estuvo a cargo de Daniela Castro, del Instituto de Investigaciones Económicas, (UNAM) que explicó la migración laboral femenina, un fenómeno relacionado con la reincorporación de las mujeres al mercado de trabajo a partir de 1970. En un periodo marcado por una rápida desindustrialización, así como por la precarización del trabajo y la disminución del salario, las mujeres que migraron a Estados Unidos empezaron a ejercer en el sector servicios como limpiadoras, auxiliares de enfermería, cocineras o cuidadoras.
«Las mujeres migrantes latinas tuvieron un papel muy importante durante la pandemia porque fueron parte de la fuerza de trabajo esencial en Estados Unidos. De los seis millones de personas migrantes, 2.6 millones trabajaban en el sistema sanitario, siendo el 75 % mujeres. Asimismo, en los momentos más críticos, la necesidad de trabajos esenciales se vio aliviada por la fuerza del trabajo migrante», apostilló Castro.
Las mujeres indígenas de la Conami
Para finalizar el seminario, Jahel López, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de México (UNAM) y Karina Gómez, en representación de la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas en México (CONAMI), impartieron una charla sobre las mujeres indígenas Conami para compartir los avances de un proyecto de investigación colaborativo, aún en ciernes, sobre el trabajo realizado en redes sociales durante la pandemia.
En esta línea, Karina Gómez acercó la historia de Conami, una red fundada en 1997 y compuesta por 22 organizaciones indígenas distribuidas en 17 estados del país, cuyo objetivo es el fortalecimiento de las mujeres indígenas en diferentes procesos de formación desde una perspectiva feminista e intercultural a través de iniciativas sociales, encuentros y colaboraciones en investigaciones.
«La Coordinadora seguirá apoyando el liderazgo de estas mujeres para hacer valer nuestras voces y hacernos visibles con tal de seguir persistiendo de generación en generación y dar los frutos de nuestras raíces por el futuro que nos espera», concluyó Karina Gómez.