«No es lo que otras personas hacen, sino lo que haces tú mismo. El proceso de llegar a conocerte»
Salvador Rodríguez es estudiante de segundo del Título de Grado de Arte Dramático en la Escuela de Actores de Canarias, en Santa Cruz, y Míster Verano Tenerife 2020, a quien le apasiona el ámbito de la interpretación y la danza. Sufrió una etapa de acoso escolar, desde quinto de Primaria hasta tercero de Secundaria, en la que tomó la decisión de cambiar de colegio. Su ingreso en el Bachillerato de Artes del instituto La Laboral supuso el descubrimiento de un espacio plural y abierto a la libertad de expresión, lo que favoreció su identidad y autoestima.
El joven introvertido y sin ganas de participar en nada, debido al bullying, se transformó en una persona «super energética, animada, divertida, espontánea y creativa», según se define en la actualidad. El mundo escénico le motivó a continuar sus estudios superiores como actor y bailarín y a valorar su potencial: «Sin el arte yo no hubiese sido como soy ahora». Y asegura que, en ocasiones, duda de sus capacidades, pero que trata de divertirse en el proceso.
El programa Musical.IES, dirigido por el Auditorio de Tenerife con el fin de preparar a la juventud en actuación, canto y danza, avivó sus ganas de convertirse en un profesional de las artes escénicas. Salvador Rodríguez siempre explica que «fue una experiencia que nunca podrá olvidar, y que recomendaría a todo el mundo. Es trabajo en equipo, ensayos, esfuerzo continuo y diario».
Su preparación como bailarín comenzó con el popping y waving, pertenecientes al estilo urbano o funk styles, lo que él considera «sus raíces» y lo que más le gusta practicar y perfeccionar. Se declara partidario de probar el mayor número de modalidades de baile posible: «Hice funk, hiphop, luego también me apunté a claqué, luego a ballet, contemporáneo, salsa, bachata, merengue… Hice de todo. Incluso en la escuela llegué a hacer danza aérea».
El artista teguestero canaliza sus sentimientos a través de coreografías. Su visión es sensible y humana, puesto que para él «la técnica es algo muy secundario a lo que es el alma de quien baila. Si no tienes alma, lo pierdes todo». Se ha dedicado más al contemporáneo, pues afirma que «es un estilo propio, de taparme los ojos y bailar. Y sentir el baile».
Hay días en los que, como actor, no encuentra ideas para abordar sus personajes. Recurre entonces a la improvisación. «En el clown es básicamente jugar. No vas a sacar esa parte de ti pensándolo, sino jugándolo. Y las cosas que vayan saliendo las vas metiendo en escena. Cuando no tienes inspiración, te vendrá en el juego», expresa el actor.
«Quien se pone el obstáculo eres tú mismo»
Salvador Rodríguez se manifiesta afortunado por contar con el apoyo total de su familia. «Incluso mi madre se emocionó. Es para mí una inspiración porque ella fue gimnasta y bailarina de ballet. Cuando yo le dije que quería ser bailarín [y actor], vi un brillo en sus ojos», subraya. Sus perspectivas de futuro lo trasladan a destinos como Estados Unidos o Madrid por la amplia oferta de audiciones. Y aspira a trabajar en la industria del cine, aunque le conmueva el teatro.
«Entré a estudiar porque quería ser actor de cine, sin duda. Muchos de mis referentes como: Adam Sandler, Jack Black y el gran Jim Carrey son actores de comedia espectaculares. Yo quiero ser como ellos, son una gran inspiración», argumenta con ilusión, pues prefiere las posibilidades que le ofrece la actuación ante las cámaras.
El consejo que da, como alumno de Arte Dramático, para las personas que quieran vivir de la interpretación es que «luchen por lo que quieren, que no se rindan. Y si quieren hacer teatro, que lo luchen hasta el final y no paren. Porque los sueños se consiguen si tú los persigues». Nació con el don del arte innato y lo demuestra a diario en su vida.