Esther Oramas es una estudiante de la Universidad de La Laguna que se encuentra en el último curso del grado de Psicología. Nació en Santa Cruz de Tenerife, aunque actualmente reside en Varsovia, Polonia, al estar de Erasmus ahí. Aparte de una futura psicóloga, esta joven practica gimnasia rítmica, un deporte en el que ya ha ganado varias medallas nacionales a lo largo de su trayectoria. Una deportista canaria con todas las de la ley.
¿Cómo surgió esta pasión por la gimnasia?«A ver, desde el momento que empecé a ir a mis primeras clases me gustó este deporte pero la pasión en concreto por él, con todo lo que concierne, comenzó en el instante que empecé a participar en las competiciones. En ellas observé lo bien que me lo pasaba y los sentimientos que pasaban por mí cuando me felicitaban el trabajo realizado eran únicos. En definitiva, para mí estuvo unida a la competición y al día a día».
¿Qué valor le das al hecho de tener varias medallas nacionales de gimnasia rítmica? «Está claro que todas son importantes y a todas le doy el grado de importancia que merecen, pero más que nada lo que me hacen sentir esas distinciones es a aprender a valorar cada temporada al máximo. Al final esas medallas son gracias a un trabajo y a pequeñas cosas que la gente no puede ver. Me quedo con eso por encima de cualquier reconocimiento individual o colectivo».
¿Qué metas te has marcado a corto plazo en relación a la gimnasia rítmica? «Es una buena pregunta, porque lo típico son las preguntas de metas a largo plazo. A corto plazo son casi como objetivos diarios y son las que más me suelo marcar yo. Destacaría: seguir disfrutando al máximo del entrenamiento diario, terminar los montajes sin caídas o no fallar giros cuando toque realizarlos en los entrenos».
¿Piensas que la gimnasia rítmica es un deporte venido a más o a menos en la actualidad? «Yo creo que todos los avances que hemos tenido en la tecnología, redes sociales e internet han ayudado a que sea un deporte venido a más o al menos eso pienso. Por ejemplo, antes no habían las facilidades que hay en la actualidad para ver los eventos nacionales de gimnasia, era complicado visionarlos. Y ahora, los puedes seguir fácilmente desde cualquier red social. Eso quieras que no, es un factor que provoca un crecimiento, sea el deporte que sea».
«Me plantee cómo podía ayudar a la gente y de ahí surgió mi elección por la Psicología»
¿Por qué la carrera de Psicología? «Hasta cuarto de la ESO quería hacer Medicina y lo tenía claro, pero luego en bachiller no me gustaron nada las asignaturas de física, química y demás, no me sentía cómoda. Además, era consciente de que tenía que sacar muy buenas notas y entre todo eso y el hecho de tener que dedicarle tiempo que no tenía por todo lo que entrenaba hicieron que descartara Medicina. Entonces me plantee cómo podía ayudar a la gente y de ahí surgió mi elección por la Psicología».
¿Cómo has gestionado y organizado su vida para poder cursar el grado universitario de Psicología y al mismo tiempo entrenar para competir a nivel nacional en gimnasia rítmica? «Con muchas ganas y durmiendo poco (risas). Todo es organizarte y eso te lo da el deporte, su práctica te hace ser disciplinado, al fin y al cabo. Es cierto que por mucho que te organices bien en algún momento te acabas agobiando, pero es como todo en la vida, habrán momentos mejores y peores pero desistir no fue una opción».
¿Desde la ULL te han mostrado facilidades en este aspecto? «Ninguna facilidad, todo lo contrario, pegas y trabas en todo momento. Para organizarme y gestionarme bien como te decía anteriormente, las clases por las mañanas son clave y es un hándicap que he tenido que sobrellevar toda la carrera a excepción del primer año. Evidentemente reclamé varias veces que soy deportista de elite, aunque nunca con éxito. La única ‘solución’ que me pusieron fue la de hablar con los profesores para poder asistir a las clases por las mañanas, aunque saliera en las actas de por la tarde. Esto lleva un exceso de responsabilidad por mi parte, totalmente innecesario, pero es lo que me ha tocado vivir».
¿Cómo te las arreglaste para entrenar tanto aquí en Tenerife como en Varsovia bajo estas medidas sanitarias debido a la pandemia? «Fue un poco duro. No voy a mentir. Yo estoy acostumbrada a entrenar varias horas en un pabellón grande y en el que puedo hacer miles de cosas y claro entrenar en mi casa no es lo mismo ni de lejos. Además de que no tenía aparatos ni máquinas para realizar un mínimo de entrenamiento tenía que rodar todos los muebles para generarme espacio. Aquí en Varsovia, la ventaja que tuve con respecto al confinamiento de casa fueron los metros de la vivienda. Al ser más grande pues podía hacer algo más pero no mucho. Mención especial se merece mi entrenadora que se estrujaba todos los días la cabeza a la hora de enviarnos trabajos diferentes para que siguiéramos manteniendo la pasión por la gimnasia».
Por último, si tuvieras que definir este deporte en tres palabras, ¿cuáles elegirías y por qué? «Pasión, disciplina y adrenalina. Pasión ya que sino amas y disfrutas de lo que haces para nada lo hagas, disciplina porque no es lo mismo cuando eres pequeña que cuando quieres llegar a algo y adrenalina (mariposas en el estómago) en el hecho de salir a competir e intentar lograr la satisfacción del trabajo bien hecho».