«Debido a las complicaciones de la enfermedad puede surgir la diabetes distress»
Israel Mallart, graduado en Psicología por la Universidad de La Laguna, consta de una amplia experiencia en Psicología perinatal, tanto en España como en otros países de la Unión Europea. En Copenhague centró el desempeño de sus funciones en ofrecer atención psicológica a padres y madres inmigrantes que iban a tener su primer infante en Dinamarca. Tras haber estado en el extranjero encontró su vocación en el ámbito sanitario. Actualmente se encuentra estudiando el máster en Psicología General Sanitaria en Cádiz, centrándose en el estudio y análisis de la diabetes tipo 1 y la Psicología.
La diabetes es una enfermedad metabólica que se presenta cuando los niveles de glucosa en sangre están muy elevados. La insulina es una hormona que facilita que la glucosa entre en las células para proporcionarles energía.
Existen dos tipos de afección, la tipo 1 y la tipo 2. La primera es crónica; en cambio, la segunda no se asocia con problemas biológicos, sino a hábitos de vida no saludables, como el sedentarismo o la mala alimentación. Además, «el debut de la diabetes tipo 1 afecta a la persona en el nivel psicológico tal y como lo haría cualquier afección crónica. Debido a la necesidad de asimilar esta nueva realidad y realizar cambios permanentes en sus vidas, puede aparecer la negación, la ansiedad, la rabia, la culpa o la tristeza», afirma Mallart.
«Como profesionales de la mente debemos trabajar para que nuestra figura sea reconocida dentro de esta enfermedad»
La intervención psicológica en pacientes con este diagnóstico, sobre todo cuando el desarrollo es reciente, es importante para el acompañamiento de las respuestas emocionales, tales como la rabia o la tristeza. Esto puede llevar a la obstaculización de la nueva aceptación de la persona. Sin embargo, el psicólogo apunta que «si se alarga en el tiempo puede ser una reacción desadaptativa, especialmente cuando la persona actúa como si la enfermedad fuera a remitir».
La diabetes tipo 1, aunque pueda aparecer a cualquier edad, es bastante común en la infancia o en la adolescencia. Es por ello que la intervención de los familiares es muy importante, ya que todo el conjunto debe realizar cambios ante la nueva situación.
La terapia psicológica de esta enfermedad en infanto-juveniles está relacionada con el momento evolutivo de los mismos, es decir, la etapa de desarrollo en la que se encuentren. Además, cada quien, dependiendo de su edad, puede tener o no un concepto claro y concreto de lo que puede ser una enfermedad crónica. Al respecto, Israel Mallart subraya que «la adolescencia es una etapa en la que hay una tendencia por parte de la juventud a parecerse a su grupo de iguales, de modo que tener diabetes puede hacerles sentir diferentes y afectar a su autoimagen».