El arte corporal, conocido como body art, es una práctica que utiliza el cuerpo humano como medio de expresión para plasmar o crear obras artísticas. La técnica más utilizada y recurrida es la del tatuado. Esta disciplina de grabado de dibujos sobre la piel lleva existiendo desde hace siglos. Numerosos estudios han demostrado que los tatuajes más antiguos fueron elaborados hace más de 5300 años y, del mismo modo que la propia técnica ha ido evolucionando, su percepción en las distintas sociedades ha cambiado.
Víctor Arrocha Lorenzo, tatuador en Akelarre Tattoo, en San Cristóbal de La Laguna, y Amor al Arte Tattoo Studio, en La Orotava, comenta que «se lleva usando la técnica del tatuaje como ornamentos desde antes de la propia joyería». Expresa, además, que las momias del antiguo Egipto, con más de tres mil años, lucen todavía sus grabados en la piel. A pesar de su antigüedad histórica, las sociedades han puesto encima de esta cultura una mochila llena de prejuicios y tabúes que se ha mantenido durante muchos años.
El tatuador Daniel de la Guardia, también de Akelarre Tattoo, explica que ha vivido estos juicios injustificados, sobre todo a la hora de viajar a otros países en los que el trato es diferente según el tipo de dibujos que se luzcan. En el caso de Irán o Turquía los tatuajes no están bien vistos y llegan incluso a prohibirse. En otras zonas como Japón se impide la entrada de individuos tatuados a determinados establecimientos públicos. Además, este tipo de práctica se ve todavía muy ligada a los criminales y miembros de la mafia japonesa.
Arrocha argumenta que es cierto que, al principio, los pioneros en este tipo de prácticas fueron las personas que vivían un poco al margen de la ley y que fueron capaces de ver más allá de lo que les ofrecía su sociedad. Por ello, los individuos aficionados a esta técnica artística se han visto injustamente definidos como conflictivos y marginados socialmente.
«A la gente le dan miedo los cambios, lo diferente», así lo declara José Díaz García, conocido como Isidoro y tatuador de Gato Tattoo, en el municipio de Tacoronte. Los prejuicios en el ámbito laboral siempre han sido los más destacables y los que más impedimentos han supuesto para estas personas. En una ocasión, Isidoro fue víctima de esta situación con su jefe, quien impedía que sus empleados se tatuaran cuando esta práctica nunca ha supuesto impedimento alguno a la hora de desempeñar ningún tipo de actividad.
En el caso de Víctor Arrocha, tener esta serie de dibujos en su cuerpo provocó que estuviese diez años sin encontrar trabajo. «No me llamaban de ningún lado y a las entrevistas tenía que ir disfrazado», explica. Incluso siendo técnico fitosanitario no le permitieron trabajar ni en una cooperativa a la que había sido recomendado para ocuparse de los invernaderos.
Lo cierto es que, en la actualidad, hay una gran cantidad de sectores que se encuentran más favorables a contratar a individuos que exhiban este tipo de manifestaciones artísticas en su cuerpo, como puede ser el caso de las tiendas de ropa o en algunos ámbitos relacionados con el ocio. Sin embargo, existen otros más formales y cerrados que aún mantienen ese rechazo hacia este tipo de personas.
Algo que resulta contradictorio es que, por una parte, la Constitución española establezca en su artículo 14 la igualdad de todas las personas ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación por cualquier condición o circunstancia personal, y que, por otra, los convenios laborales tengan la libertad de determinar qué tipo de estéticas son permitidas y cuales suponen problemas a la hora de contratar personal.
Los tatuajes antes solo se consideraban algo para ciertos grupos de personas en función de estéticas, grupos sociales, o tribus urbanas. Tal y como afirma Daniel de la Guardia, «Ahora hay un tatuaje para cada tipo de persona». En la antigüedad, la cultura en torno a la estética en Canarias, por ejemplo, no salía del tribal y el infinito. Sin embargo, a día de hoy se tiende a desarrollar conceptos mucho más complejos y el público ha llegado a ampliar su visión de lo que es tatuable a casi cualquier cosa.
Este cambio de mentalidad tiene su origen en el auge de las redes sociales. «Es gracias a ellas que este mundo ha dado un vuelco permitiendo que la cultura visual se amplíe infinitamente», declara De la Guardia. Plataformas como Instagram, Twitter o Pinterest son tan solo algunas de estas herramientas tecnológicas que han servido de altavoz para conseguir consolidar y afianzar aún más está práctica que se ha visto marginada durante tanto tiempo.
«Muchas veces se piensa que el tatuado es algo pasajero, que la gente dejará de tener interés, pero siempre ha existido el gusto por el tatuaje»
Este aumento de visibilidad por parte de estas plataformas también ha traído de la mano un pensamiento no tan positivo hacia el sector. Ciertos sectores sociales tienden a pensar que se trata simplemente de una moda puntual: «Es una cultura fuertemente consolidada. Muchas veces se piensa que el tatuado es algo pasajero, que la gente dejará de tener interés, pero siempre ha existido el gusto por el tatuaje». Según Arrocha, hay un pequeño sector de consumo que ve esto como un producto meramente estético. Establece también que muchísima gente se tatúa por caprichos, sin venir a cuento ni atendiendo a razones.
El tatuador expone también que, a día de hoy, todavía predomina ese sector que se tatúa cosas a conciencia, a sabiendas de lo que significan o lo que para ellos puede reflejar.
En el caso de los propios artistas, Arrocha explica que antes el mundo del tatuaje era muy hermético y había un gran secretismo, incluso entre los propios profesionales. El aumento de demanda y de visibilidad ha permitido que casi cualquier persona, a pie de calle, tenga la posibilidad de acceder a todo tipo de materiales. Años atrás, los distribuidores no vendían si el individuo no poseía un estudio. En la actualidad, páginas como AliExpress o Amazon brindan cualquier tipo de herramienta que el o la aprendiz necesite para iniciarse en el mundillo.
«La estética de los tatuajes es algo tan pregnante que siempre se verá con buenos o malos ojos según quien lo mire»
A pesar de su impacto social actual y de la mentalidad abierta de las nuevas generaciones, Daniel de la Guardia expresa que estos prejuicios son y siempre serán inevitables. Desde su postura y experiencia, considera que las críticas negativas en torno a este mundo continuarán dándose en el tiempo al igual que también se seguirán produciendo en otros aspectos como los peinados o las perforaciones. «La estética de los tatuajes es algo tan pregnante que siempre se verá con buenos o malos ojos según quien lo mire», remarca el artista.
Asimismo, Arrocha también añade que, existiendo todavía un sector demográfico fuertemente arraigado a lo antiguo y a lo clásico, se potenciará aún más la perdurabilidad de ese pensamiento de que las personas tatuadas no son del todo confiables. Los tatuadores coinciden en que el principal problema dentro de esta disciplina artística está en que venimos de una cultura arcaica y muy represiva a nivel social. Actualmente, estos individuos continúan combatiendo las críticas, pero aseguran que, en un futuro no muy lejano, lo extraño será ver alguien sin un solo tatuaje.
El valor de la creatividad
El tatuador Daniel de la Guardia expresa que, en general, el mundo del arte es una disciplina que siempre ha destacado por no está lo suficientemente valorada. En el caso de Canarias, concretamente, es muy complicado vivir de tus creaciones si no eres reconocido en la sociedad. Silvia Ávila Martín, diseñadora gráfica, comenta que «si posees un nombre te valoran independientemente de lo que hagas, pero en el caso contrario la creatividad no se llega a apreciar».
En el ámbito de las artes plásticas, es cierto que la práctica del tatuado es una de las más valoradas. Sin embargo, tal y como establece su compañero Víctor Arrocha, al igual que ocurre con todo el sector artístico en general, está claramente devaluada con respecto a otros oficios. Manifiesta que, en muchas ocasiones, no se reconocen las tarifas que el gremio establece y se llega, incluso, a realizar la práctica del regateo.
De la Guardia comenta que, en la actualidad, se ha producido un fuerte crecimiento en las escuelas de arte: «Entendemos que es una salida profesional admirable». Sin embargo, también destaca que, generalmente, no se concibe con el respeto necesario y cualquier persona con una máquina de tatuar, parece verse capacitada para ello.