Arnau Griso es un grupo catalán formado por Arnau Blanch y Eric Griso, dos amigos que a través de la música transmiten mensajes de optimismo cargados de crítica social. En su álbum debut, Revolución bananera, muestran su propia forma de ver la vida. La esencia de este disco se recoge en su manifiesto social, que se fundamenta en el sentido común, el absurdo y el buenrollismo. Recientemente, la banda lanzó dos nuevos singles, Yo y Quiero, quiero y quiero, dos canciones con un gran trasfondo. Hace dos semanas hizo parada con su gira en Tenerife y en Gran Canaria. En ambos conciertos colgó el cartel de entradas agotadas.
Acaban de publicar Yo. ¿Qué querían transmitir con esta canción? A: «Es una oda al narcisismo y al egocentrismo. Hemos hablado de esto en otros temas, pero queríamos hacer hincapié en este narcisismo patológico que tenemos en esta sociedad y sobre todo, en las relaciones tóxicas que muchos hemos tenido que vivir usando las típicas frases de discusión de pareja, que ilustran perfectamente lo que llevamos dentro».
El videoclip de la canción es muy llamativo. ¿Cómo fue la experiencia del rodaje? E: «Todos los videoclips los dirige Arnau, que es realizador. El equipo que está detrás está formado por gente con la que trabajamos desde hace años, incluso desde antes de la formación del grupo. Somos un equipo fijo y la verdad es que es bonito trabajar con amigos y ver cómo las ideas se cuecen en casa y se acaban materializando en algo así de primer nivel. Ya estamos enfrascados en el proceso del siguiente videoclip. Empezamos a trabajar en pocos días».
Se vuelve en un trabajo más cercano, por así decirlo… A: «Total, total. El cliente somos nosotros mismos, entonces es fácil convencernos y los cambios siempre son mínimos. Es divertido, es un proyecto 360 y así es como lo vivimos. Incluso ya desde la composición, pensamos en cómo debería ser el videoclip. Estamos lanzando ideas de manera continua. Intentamos ser artistas 2.0 y entender que ya no es música únicamente si no, mensaje, estética, vídeo… Tienes que pensar en muchísimos elementos».
Claro, se involucran en todo el proceso de creación. A: «Exacto, eso es. Te desespera a veces como en estas semanas en las que he tenido que ir a visitar un desguace… Ya he hecho más de 30 llamadas pero bueno, al final acabas contentísimo y lo vives mucho más».
Hace unos meses publicaron la canción Quiero, quiero y quiero. Grabaron el vídeo oficial en Uganda. ¿Cómo surgió este proyecto? E: » Fue un cúmulo de muchas locuras. Creo que es lo más bonito que hemos hecho en este proyecto y en la vida. Todo parte de que teníamos compuesto un tema llamado Quiero, que es una versión parecida a lo que todo el mundo ya conoce y a partir de ahí Arnau y yo nos pusimos a pensar en el vídeo. Nació la idea de ir a un país no tan desarrollado como España a preguntarle a los niños que deseos pedirían y hacer lo mismo en el nuestro, contraponiendo las respuestas para ver lo que ocurría. Buscábamos ir más allá de la música y utilizar el poder que te dan las redes y la exposición para difundir un mensaje».
¿Cuál fue el mayor aprendizaje que sacaron de esta experiencia? A: «Ya íbamos con la idea de que iba a ser un viaje que nos marcaría y lo entiendes así, porque vas a un continente que ya tiene una filosofía de vida distinta. Aún así, nos chocó mucho más de lo que pensábamos, porque antes de llegar al orfanato de unos de los proyectos con los que colabora la ONG con la que fuimos, nosotros nos imaginamos una estampa a priori triste, pero fue algo completamente distinto. Sentimos por separado, y luego lo confirmamos, que habíamos estado en uno de los sitios más felices sobre la faz de la tierra. Literalmente, habían treinta o cuarenta niño de entre ocho y diecisiete años que se llevaban todos como una familia y había un buen rollo que nunca habíamos visto en nuestra vida. Nos llevamos de ahí esa reflexión: Si esta gente con tan poco puede llegar a ser tan feliz, ¿qué hacemos nosotros preocupándonos por tonterías, cuando lo tenemos prácticamente todo y vivimos en unas condiciones que ellos no se atreven ni a soñar?».
¿Estas canciones formarán parte de un nuevo trabajo? ¿Lo tenéis ya en mente? E: «Se está armando un segundo álbum del mismo modo que el primero, que fue casi sin querer. Al final, vas soltando ideas, vas haciendo temas y luego hay que buscarle un sentido conjunto. Arnau y yo no componemos un disco a priori. Hacemos canciones que puedan llegar a un público, que tengan un sentido por sí mismas y luego si hay suerte, van a tener un sentido común con el resto. Pero, por supuesto viene un segundo álbum. Estamos en ello».
También están trabajando con otros artistas. Recientemente colaboraron en Amuza, el primer trabajo discográfico de Miki Núñez, concursante de Operación triunfo 2018 y representante de España en Eurovisión 2019. ¿Cómo fue esta experiencia? A: «La experiencia fue muy guay. Como decimos siempre, Miki es un queda bien, ja,ja,ja. Es imposible que quede mal, siempre te hace sentir a gusto. Componer con él Eterno verano fue un gustazo. La pena es que no hemos hecho videoclip. Lo hubiéramos pasado muy bien representado ese eterno verano. Igual, tendríamos que ir a vuestras islas a grabarlo, sería el lugar ideal, sin duda».
«Componemos siempre juntos y eso nos lleva a desarrollar una empatía mutua»
Su música tiene un rollo muy filosófico y buenrrollista. ¿Que les motiva a ello? A: «Algo que tenemos excepcional dentro del mundo de la música es que componemos juntos siempre y eso nos obliga a que el otro tenga que empatizar. Más allá de esto, cuando nos juntamos, antes que socios musicales o compañeros de banda, somos mejores amigos, nos lo pasamos increíble y nos reímos muchísimo. Ese buen rollo que tenemos cuando estamos juntos lo transmitimos en las canciones. Lo pasamos bien cuando componemos y el resultado al final es ese, canciones en las que hay bromas, humor, reflexiones e ideas que podría lanzar cualquier grupo de amigos cuando se juntan».
¿Qué les lleva a tratar la crítica social? E: «La responsabilidad desde el momento en el que tienes acceso a un público. El dejar la huella de tus ideas tiene implicaciones. Creo que somos dos tíos que, humildemente, pensamos en todos los aspectos de la palabra. Tenemos la inteligencia emocional como para entender que si yo llamo zorra a una chica en mis letras, eso tiene unas implicaciones y se crea un germen y una semilla que luego tiene una serie de consecuencias».
Hay una gran consciencia detrás de cada canción… A: «Sí, esto se puede ver en la evolución de nuestras letras. La primera canción que compusimos fue One euro, one party. Esto fue en 2011, cuando ni sabíamos que eso que hacíamos era música, ni que lo iba a escuchar alguien. El tema no tiene ningún sentido, ni tampoco moraleja. Después de entonces, todo lo que hemos lanzado incluye algún tipo de reflexión. Teníamos canciones que eran más para los amigos, en plan de broma, pero que hemos quitado de la red para que no llegarán a públicos a los que quizás no estaban destinadas. Es lo típico que se dice siempre, el humor fuera de contexto puede causar mucho daño o risa, entonces hay que saber encontrar el punto medio».
Se trata de saber cuándo cruzar la línea del humor… E: «La línea del humor la define el público. En un principio hacíamos temas que solo escuchaba nuestro círculo más cercano, el lenguaje se ajustaba a ello. En el momento que nuestra música transciende, se hace viral y el público es cada vez más grande, el contexto cambia y por lo tanto hay que adaptar el lenguaje y el mensaje acorde a una responsabilidad».
¿Quiénes son sus máximas influencias a la hora de crear vuestras canciones? E: «El padre de Arnau ja,ja,ja. Nuestra música refleja un poco el humor de su familia. Él es uno de nuestros mejores consejeros. Le mostramos los temas y nos dice con el máximo rigor sin son buenos o no».
«Queríamos crear un movimiento optimista con nuestra música»
El título de vuestro primer disco es Revolución bananera. Resulta muy curioso y divertido. ¿De dónde nace este concepto? A: «Nuestro logotipo es un plátano. De ahí partió la idea de inventar el concepto. Entendimos que lo que queríamos crear con nuestra música era una filosofía o un movimiento optimista. De alguna forma, deseábamos revolucionar el mundo. Nuestras composiciones están cargadas de crítica social, buen rollo y optimismo. Esas son las bases de Revolución bananera. Una de nuestras intenciones es crear una comunidad unida por unos mismos principios filosóficos».
En vuestra página web tenéis un manifiesto. ¿Qué intención tiene? E: «Tiene la intención de plasmar los planteamientos básicos de nuestras canciones. Cogimos la idea de cada una de ellas e hicimos como un decálogo. Por decirlo de alguna manera, son como nuestros diez mandamientos. Recoge la filosofía de cada tema y la forma de pensar que tenemos».
Quizás esto también les lleva a ser muy trasparentes, ¿no? A: «A veces nos volcamos demasiado y no nos importa que otras personas nos escuche. Perdemos nuestra intimidad, porque explicamos las tonterías más absurdas que nos suceden día a día en temas que luego escuchan miles de personas».
Pero, como consumidores de vuestra música no diríamos que sus canciones son absurdas… E: «A mí no me lo parece realmente. Los mensajes que transmitimos están muy medidos. En defensa de esto, tenemos que decir que tenemos un público inteligente, que piensa mucho».
«Vivimos cada concierto como si fuera el primero»
Vuestra carrera comenzó en YouTube, plataforma donde un día comenzaron a subir vídeos. Ahora lanzan discos y están inmersos en una larga gira. ¿Cómo se vive este enorme éxito? A: «Es muy bonito, porque vivimos cada concierto como si fuera el primero. En los recitales de Gran Canaria y Tenerife experimentamos esa sensación. Cuando vas a un lugar que no has pisado nunca y de repente te encuentras con 600 personas que no has visto en la vida y que están dispuestas a gastar su tiempo y dinero para escuchar las tonterías que contamos, nos emocionamos muchísimo. Aquello que un día hacías solo para tus amigos, ahora es para un público que está siempre muy expectante. Eso nos llena de alegría, Lo que empezó siendo un juego ahora es algo real».
Ya que hablan de los conciertos en Tenerife y Gran Canaria, ¿cómo fue vuestro paso por Canarias? E: «Fue increíble. Habíamos estado allí en marzo rodando varios videoclips. Llegar y hacer dos sold out en islas que no habíamos pisado apenas fue increíble. La filosofía de Arnau Griso encaja muy bien con la personalidad canaria. Yo llegué a Tenerife diciendo: ¡Por fin la Revolución bananera ha llegado a su casa! Nos han cuidado un montón y espero que nos cuiden más cuando volvamos, a ver si por Carnavales, ja,ja,ja».
¿Qué es lo más loco que habéis hecho sobre el escenario? A: «En el concierto de Gran Canaria, en el último tema recorrí la sala entera corriendo hacia la barra, cogí una botella y empecé a beber, luego se la di al técnico de sonido y volví al escenario. Acabé extasiado y exhausto. Es como un delirio constante, esto es el pan de cada sábado, ja,ja,ja. En las últimas canciones acabamos un poco ahogados, pero nos da un poco igual».
«Se han superado todas la expectativas que podríamos haber tenido»
¿Qué balance hacen de estos últimos años? E: «Se han superado todas las expectativas que podríamos haber tenido. Yo ni me planteaba ser músico, porque lo veía como un mundo muy inaccesible. De repente, ves cómo llega tu música a la gente, cómo la acoge y la hace suya. Esto es lo más bonito que nos ha pasado».
Soñando a lo grande, ¿cuál es vuestro mayor objetivo? A: «Soñar a lo grande es vivir de la música, esto era una gran utopía. Ahora vivimos de esto y hemos hecho que otras personas también. Nos referimos a nuestro equipo y nuestra banda. Todo esto es una maravilla y ojalá que no pare nunca. Creemos que soñar aún más grande supone despreciar todo lo que ya hemos conseguido».