Los estudiantes universitarios, que llevan manifestándose dos semanas por la sentencia que condenó a los líderes independentistas, no quieren que esto tenga consecuencias negativas en su expediente académico. Por ello, se encuentran negociando con los rectorados de las instituciones para modificar el sistema valorativo pasando de ser evaluación continua a únicamente examen final. El plan incluye proveer dos modelos evaluativos a los alumnos: uno para quienes quieran proseguir con el procedimiento reglado y otro para los que deseen emplear todo su tiempo en las concentraciones y no perder clase.
Los claustros de la Universidad de Girona y la Autònoma de Barcelona ya han aprobado procedimientos de evaluación alternativa, que deberán ser ratificados esta semana por el Consejo de Gobierno de cada centro. Además, al menos nueve facultades de la Universidad de Barcelona están sopesando tomar medidas del mismo tipo. La idea es flexibilizar las evaluaciones hasta el mayor margen que pudiera permitir las normas del Plan Bolonia, que en este caso corresponde al cinco de noviembre.
No obstante, hay alguna posición contraria, como la Pompeu Fabra. Aunque esta Universidad aprobó hace unos días su manifiesto contra la resolución del Supremo por el 1-O, rechazó en una votación plantear una evaluación alternativa para facilitar las protestas.
