Carmen Rodríguez, docente del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa, dirige el curso de Lengua de Signos en la Universidad de Verano de Adeje. Foto: PULL

«Hay titulaciones en las que la lengua de signos debería ser obligatoria»

Ciencias Sociales y Jurídicas

Carmen Rodríguez es la directora del Curso teórico – práctico de Lengua de Signos aplicada a la sordera y sordoceguera en la Universidad de Verano de Adeje. El año pasado fue una de las propuestas educativas más exitosas de las jornadas formativas. En esta edición, han llegado, incluso, a ampliar la duración con dos turnos. La docente del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna comparte esta enseñanza con Beatriz Miranda, mediadora de comunicación para personas sordociegas de la Fundación ONCE para la Atención de Personas con Sordoceguera (FOAPS).

¿Qué objetivos se han querido conseguir con el curso? «El objetivo principal que queremos conseguir con el curso es difundir la lengua de signos y sensibilizar a la sociedad en general de su importancia para la comunidad sorda. De hecho, el 27 de octubre de 2007 se reconoció oficialmente la lengua de signos española. Con lo cual, en las instituciones y centros educativos tendría que disponerse de los medios adecuados, tanto personales como materiales, para que el alumnado con discapacidad auditiva y las personas sordas puedan acceder a una institución o a la enseñanza en las mismas condiciones que el alumnado oyente. Por otro lado, como son pocas horas, queremos que aprendan vocabulario básico para poder establecer una conversación. Suelen ser las frases cotidianas, como ‘buenos días’ o ‘buenas tardes’. También, queremos que se sepa cómo transmitir los datos importantes en lengua de signos: nombre, apellidos DNI».

Viendo el éxito del curso, ¿cree que se ha conseguido ese objetivo de sensibilización? «Creo que sí porque, de hecho, el año pasado fue la primera vez que solicité a la Universidad de Verano de Adeje el curso. Quedaron muchas personas en lista de espera y este año ha ocurrido lo mismo. Ha sido el primer curso que se ha llenado. Aquí, en el sur, sí vemos que la labor se está consiguiendo desde la Universidad. Espero poder seguir en ediciones sucesivas para sensibilizar a la sociedad».

¿Cómo está siendo la experiencia en la Universidad de Verano de Adeje este año? «Muy buena. El alumnado que asiste a estos cursos está muy interesado, ya que no solo son alumnos de la Universidad, sino que también son profesionales que trabajan día a día y que se han tenido que enfrentar a la situación de encontrarse con una persona sorda en su trabajo y no saber comunicarse con ellos. El curso es muy fluido y hay un alto nivel de participación dentro del aula».

Una materia con importancia


¿Es todavía una asignatura pendiente la lengua de signos? «Sigue siendo una asignatura pendiente ya que hay titulaciones en la propia universidad en las que se tendría que contemplar como asignatura optativa o incluso obligatoria, y no lo hace. Por ejemplo, en Magisterio tienen una mención que es la Atención a la diversidad en Infantil, pero no se ve la lengua de signos. Hay grados como logopedia o magisterio en los que sí debería estar porque, de hecho, hoy en día en la Universidad hay alumnos sordos haciendo Pedagogía y Magisterio, más motivo para ello».

¿Ha habido algún problema en la ULL con respecto a este tema? «Este año hubo una problemática con unas estudiantes sordas y que no tuvieron intérpretes hasta finales de noviembre. Lo que no se puede hacer es que el alumnado empiece las clases en septiembre y que las alumnas sordas tuvieran a profesionales a su disposición cuando ya había comenzado el curso. Por desgracia, todos los años pasa, así que a ver si ahora con el nuevo gobierno esto se puede solucionar».

¿Con qué principales barreras se encuentran las personas sordas en su día a día? «Las personas sordas se encuentran principalmente con la barrera de la comunicación, ya que, en las instituciones, aunque la lengua de signos está aprobada, no hay. Se contratan por obra y servicio. A lo mejor, en determinadas asociaciones y fundaciones los tienen y la gente llama a ellas. Esas asociaciones reciben una subvención por contratar a los intérpretes, pero si ya están ocupados no pueden asistir. Haría falta que en los organismos oficiales hubiera uno o dos intérpretes que estuvieran cerca para cuando una persona lo necesitara. También podría existir un servicio donde se pudiera pedir que hubiera un servicio de intérpretes en el cual las personas sordas se pudieran comunicar por si tienen que ir al médico o si tienen que gestionar algo en alguna institución pública.

¿Y en el caso de las personas sordociegas? «La barrera es mucho mayor, ya que necesitan de un guía e intérprete que los acompañe a los lugares para que luego puedan comunicarse con la persona. Tampoco se las tiene mucho en cuenta. No podemos olvidar que, en Canarias, hay más de 200 personas sordociegas y es todavía mucho más complicada la comunicación. Pueden, incluso, pasar inadvertidas cuando están en la calle. De hecho, ahora ya se ha aprobado el bastón rojo y blanco, que es lo que identifica a las personas sordociegas».

La solución: mayor inversión


¿Cuál podría ser la solución a esta situación? «Lo más efectivo, que se invirtiera más dinero en estos temas. También, que existiera desde el 012 un servicio a disposición de los afectados. Por otro lado, el Gobierno o entidades públicas podrían contratar un determinado número de intérpretes para dar respuesta a la demanda que hay día a día. Se podría centralizar todo en un organismo como hay en otras comunidades como Madrid o Barcelona donde todo ello está subvencionado. Con lo cual, la persona sorda llega al lugar de encuentro, queda con el intérprete, hace su gestión y luego este se va. Es una forma de agilizarlo. Pero cuando hay diferentes asociaciones que lo gestionan, económicamente se dispersa».

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