El envejecimiento de la población e incremento de enfermedades neurodegenerativas suponen uno de los mayores retos en materia de salud en España. Este tema está en el punto de mira de muchos integrantes de la comunidad científica como es el caso de Daniel Pereda De Pablo, doctor y biólogo licenciado en la Universidad de La Laguna. Tras varios años de trabajo como investigador en la Universidad de Leicester, colabora actualmente con el proyecto de Investigación Competitivo Nacional Papel de P73 como posible regulador de reelin en la función cognitiva durante el envejecimiento y la patología tipo alzheimer.
Al ser preguntado por el campo de su estudio, Pereda señala que se engloba dentro del área de la neurociencia, específicamente la neuroprotección. «Tenemos que entender qué pasa cuando el sistema nervioso se deteriora con estas enfermedades y por qué los mecanismos naturales que tiene el cuerpo para prevenir que eso pase no funcionan bien con la edad», añade.
El investigador explica que uno de los focos del estudio es la proteína p73. Dicha sustancia hace dos cosas opuestas. Tiene una función apoptótica, mata células de forma controlada, y otra neuroprotectora, es decir, protege a las neuronas de que sufran daños tóxicos por productos químicos, golpes, etc. «Entre ellas existe un equilibrio, nosotros intentamos estudiar cómo es ese equilibrio, qué factores lo perturban y cómo está eso involucrado en el progreso de enfermedades neurodegenerativas», aclara.
A pesar de que la eliminación de células es un fenómeno natural necesario, pues ayuda a la formación de órganos y a combatir el cáncer, pueden provocar enfermedades si se descontrola. Sobre este aspecto Pereda destaca: «en el caso del alzheimer, al igual que pasa con otras patologías, la isoforma que mata células está disparatada. Esto provoca que el cerebro pierda células y se cree una falta de comunicación entre neuronas que terminan muriendo también».
Procedimiento y objetivo
Para entender cómo afecta la proteína y sus funciones son usados modelos animales. «Los organismos que se utilizan como modelos tienen cierta similitud con los humanos, ya que es más fácil trabajar con sus tejidos celulares y luego extrapolar las conclusiones a nuestra especie», explica. En este proyecto están siendo empleados roedores transgénicos a los que se les han quitado genes para que la proteína p73 se produzca en menor cantidad. Eso permite comparar los ratones modificados y a sus hermanos control, evaluando así los cambios en estados de ánimos, deterioros en los tipos de memoria y movimientos.
Dentro del avance en este campo, Pereda hace hincapié en lo largo que son los procesos de investigación, con duración estimada de dos o tres años y que se centran en zonas muy específicas de la ciencia. «Al final y si tienes mucha suerte, tus trabajos en colaboración con los de otra gente empiezan a dar una idea general de lo que está pasando y cómo se pueden buscar soluciones», comenta.
Como fin último destaca el que cree que debería ser una de las motivaciones principales para desarrollar esta actividad: la mejora de la calidad de vida de la gente. «Si somos capaces de saber cómo se lleva a cabo ese desequilibrio podríamos ser capaces de detectar que se está padeciendo muy al principio de la enfermedad», afirma el investigador. En esta línea explica cómo parte de la problemática de estas patologías es que tienen síntomas tan leves que no se diagnostican en exámenes médicos corrientes, son subclínicas. «Si se desarrollaran herramientas para un diagnóstico precoz efectivo se podría tratar mejor y supondría también un ahorro en el gasto de su tratamiento», asegura.