Psicología acoge la ponencia ‘Poesía y locura en la Edad Media’

Artes y Humanidades

El I Simposio sobre Cultura Alienada: acercamiento a la locura desde las humanidades y la psicología cerró ayer, viernes 11 de mayo, las jornadas con la conferencia Poesía y locura en la Edad Media en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna. El ponente a cargo fue José Antonio Ramos Arteaga, profesor de Literatura Medieval del Departamento de Filología Española y miembro del Instituto de Estudios Medievales y Renacentistas.

Ramos comenzó con una explicación de los conceptos de poesía y medieval, puesto que «hay términos que semánticamente parecen muy precisos pero, cuando se aplican anacrónicamente, son inexactos». Así, postuló que el primero de ellos «abarca todo aquel texto con un carácter de cierta belleza estética independientemente de que fuera en prosa y verso» y que, además, incluye aquello que «lleva al divertimento y alegra los cuerpos».

Por otra parte, aclaró que «la Edad Media es el heredero natural de los saberes clásicos» y que la segunda acepción está compuesta por cuatro elementos. «El árabe, el hebreo judío, el bizantino y la cultura popular. Entonces, son mil años con cuatro aspectos que se saltan los límites temporales hacia atrás y hacia delante», añadió. Es decir, «si hablamos en sentido riguroso de lo que nosotros llamamos medieval, hay que adaptar saberes anteriores al siglo V y posteriores al XV».

«Hay que empezar a derribar determinados muros»


En otro orden de cosas, el docente de Literatura Medieval comentó que «la medicalización de la locura en sí y la aparición de espacios concretos para su tratamiento empiezan más o menos a partir del siglo XIII». Sin embargo, hay que tener en cuenta que «por culpa del racismo implícito en el etnocentrismo europeo no contamos con que ya muchísimo antes, en Córdoba, el islam fue la primera cultura europea en crear lugares especiales para ello, ya que existía una especie de rechazo hacia la población judía y árabe».

«Pero la medicalización en la Edad Media no es precisamente el tema central en el tratamiento de las personas alienadas», explicó Ramos. Aclaró que no trabajan la locura desde única y exclusivamente el punto de vista médico, sino «desde una pluralidad de perspectivas: el sociológico, el literario, el moral, etc. Es decir, que la encuadramos en un cuadro mucho más plural», reseñó.

Así pues, apostilló que «hay que empezar a derribar determinados muros, como por ejemplo, la idea de que la Edad Media entendía la locura como una posesión diabólica».

«Cinco posibilidades de locura: el frenesí, el letargo, la epilepsia, la manía y la melancolía»


Según el profesor, existen dos momentos principales en la consideración de la locura de la época. El primero, hasta el siglo X u XI, en el que «cabían múltiples interpretaciones. Por ejemplo, la mejor literatura que tenemos de Isidoro de Sevilla en su etimología habla de estas personas, y cita cinco posibilidades de locura: el frenesí, el letargo, la epilepsia (que abarca los lunáticos y los posesos), la manía y la melancolía», argumentó.

Asimismo, incidió que «en este período, funciona esencialmente el derecho germánico», que consideraba a los locos como «personas afectadas por lo sobrenatural». Uno de los tratamientos consistía en «grabarles a fuego una cruz en la cabeza después de rapársela, por lo que la gente era señalada por estar poseído, bien por Dios o bien por el diablo». En esto último, apuntó que «la palabra demonología no se puede interpretar solo en el sentido negativo». Ramos relató que en la Edad Media «solo conocían la teoría del demon de Platón y, por lo tanto, para ellos era un espíritu que podía ser tanto negativo como positivo».

«A partir del siglo XII y XIII, ya funcionan las primeras instituciones», reseñó el docente. Sin embargo, «la idea de curación no está tanto en la mentalidad medieval como la idea de mitigar los efectos y, sobre todo, evitar algún tipo de violencia», era más bien un lugar para el «aislamiento social». A su vez, en esta misma época, empiezan a recibirse a través del mundo árabe y del hebreo lo que nosotros conocemos como «medicina experimental» y, a partir de entonces, los europeos comienzan a experimentar. «Esto ya sería la segunda percepción de la locura», donde se «mantienen los cinco tipos que habíamos visto en Isidoro de Sevilla», pero añadiendo uno más: «La licantropía, que podía ser de dos tipos: la del perro, más tranquila, y la del lobo, más violenta».

Vinculación entre enfermedad, delito y pecado


Ya con Alfonso X el Sabio, «hay distintos artículos dedicados a los distintos tipos de locura», y las personas alienadas eran definidas como «aquellas que se pueden excusar de la pena que las leyes mandan». Estos podían ser «los que tienen comportamientos frenéticos, los que tienen falta de memoria y los que tienen un estado melancólico».

«Para la persona medieval la locura no era un problema solo de cuerpo, sino también del alma», lo que desembocó en la vinculación entre enfermedad, delito y pecado que «aprovecharon los médicos, los policías, la Iglesia, etc.». «Foucault estudió esa genealogía en la que la enfermedad y el pecado se va convirtiendo en delito y la sustitución que se hace de la Iglesia y el médico por la policía», concluyó Ramos.

La conferencia finalizó con una explicación de cómo afecta el amor en la literatura, concretamente de cómo la locura puede volver locas a las personas que leen novelas donde aparecen los «locos literarios». Un ejemplo es el personaje Melibea, de La Celestina, que se suicida tras la muerte de su único amor, Calisto, como influencia de los libros donde la historias acababan así.

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