Resulta importante plantearse en el contexto de la España actual, el papel que la cultura está jugando tanto en términos sociales como políticos. Con respecto a esto último, es evidente que las políticas públicas no se han compadecido con las consecuencias producidas por la crisis económica, sobre la actividad o el consumo cultural. Son las propias decisiones del Gobierno las que hacen que ya no se demande tanto. En el año 2012, el impuesto de la mayor parte de las actividades culturales pasó a ser uno de los más altos de toda Europa (del 8 al 21 %), acabando con el IVA cultural reducido. Con la única excepción de la prensa escrito y el libro en papel. En los nuevos presupuestos generales del Estado, sube un 4,4 % pero sigue pesando solo un 0,2 %, a pesar de que el sector supone el 2,5 % del PIB.
El escritor y poeta Ricciotto Canudo hablaba del séptimo arte para hacer referencia al cine. Esta actividad es una de las formas de ocio que más extendida está por todo el mundo. Pero, ¿han comprobado el precio de una entrada en la actualidad? En concreto, en este país, el precio del cine ha variado mucho a lo largo del tiempo. Esto se debe principalmente a dos razones: al alto porcentaje que se llevan las cinematográficas, los propios cines ,y como no el estado y al aumento de los presupuestos de las películas. En torno al año 1930, se podía ir al cine por 0,75 pesetas. Sin duda, si lo comparamos con los nueves euros de media que cuesta ahora, la diferencia es bastante significativa.
El papel que juegan las instituciones
En pleno siglo XXII, el séptimo arte se ha convertido en un disfrute de una pequeña élite, pues ¿qué persona que gane 734 euros puede permitirse una entrada? Es cierto que existen algunas rebajas en los días del espectador, feria del cine, carnet joven o promociones varias. Pero aún así, sigue siendo una barbaridad.
Por supuesto, si equiparamos nuestro país con lo que cuesta ir al cine en otras partes del mundo, como por ejemplo Tokio, donde llegan a los 15 euros o Suiza, sobre los 12 euros, no salimos tan mal parados. Sin embargo debemos de tener en cuenta la situación económica que viven estos países.
Es más que evidente que, el cine supone un generador de riqueza que las instituciones no saben valorar. Desde los organismos se debe apostar más por la cultura, cosa que no se está haciendo. Reflejo de ello es la escasa inversión que se hace en el ámbito cultural. De esta manera, no solo el público español debe apostar por nuestra cultura, sino que también las altas esferas del poder. Finalmente, si se invirtiera más en ella, se podría generar mucha más riqueza. Pero lo más importante de todo, el cine se convertiría en un servicio más asequible para la sociedad y de esta forma un mayor número de personas podrían disfrutar de él.