Magia, magia y más magia en el concierto del 225 aniversario de La Universidad de La Laguna, a cargo de su banda sinfónica. Eran las ocho de la noche, se abrían las puertas del Paraninfo y se iban instaurando caras de impresión en cada uno de los espectadores, por lo impresionante de la sala, por los frescos de su enorme techo, por su escenario… El recinto iba cobrando vida. Se apreciaba desde un primer instante la pluralidad de edades de los asistentes: mayores, de mediana edad, jóvenes e, incluso, niños.
Antes de que diera comienzo el espectáculo, se apagaron las luces y el bullicio se convirtió en un silencio sepulcral. Comenzaron a salir los músicos y a posicionarse cada uno en su puesto. El público los recibió con un aplauso abrumador, al igual que al director de la orquesta, Mario González García.
Acto seguido, empezó a sonar La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez, que sobresaltó desde el primer instante. Se continuó con Cantos Canarios, de Teobaldo Power, la cual resalta por el protagonismo de la percusión a ritmo de castañuelas, triángulos, panderetas, tambores y platillos. Por último, Conga del fuego nuevo de Arturo Márquez, fue el colofón de una atenuante e intensa primera parte.
A continuación intervino Fernando Peña, presidente de la Banda Sinfónica de la Universidad. A pesar de estar fuera del protocolo habitual, embaucó a todos con su osadía y el encanto de la juventud. Asimismo, otorgó un reconocimiento al director de la banda, por sus trece años de trayectoria desde que se fundó la agrupación musical en 2004.
Himno de la alegría
El programa continuó con la Sinfonía nº9 en re menor, op. 125, coral IV. Finale (Himno de la alegría) de Beethoven. El grupo coral del 225 aniversario se colocó al fondo del escenario; en el medio se situaron los músicos y, al principio, se posicionaron el director y los solistas invitados: Carmen Acosta, Rosa Delia Martín, David Barrera y Augusto Brito. De repente, comenzó a sonar la adaptación de Beethoven, que puso los sentimientos a flor de piel: emotividad, pasión, incredulidad.
Cuando terminó la melodía, los presentes aplaudieron sin cesar satisfechos del recital que habían vivido. El punto y final de la velada no fue otro que el himno universitario por excelencia, el Gaudeamus igitur. Los acordes de esta pieza hicieron que el público se levantase y finalizace la noche en pie.
La banda brindará otra actuación el día 19 de octubre, a las 20.30 horas, en el auditorio Infanta Leonor de Los Cristianos.